Lo reconozco: hemos perdido todos. No queda ya Iglesia.

30.06.2021

Lo reconozco: hemos perdido todos. No queda ya Iglesia.

José Luis Aberasturi, el 29.06.21 

Lo digo a propósito de cómo va a venir la declaración de los Obispos de EEUU respecto a la Eucaristía. Y siento decirlo también en relación a José Gómez, su Presidente, con quien estudié en Roma un año: no me esperaba esto de él. Sinceramente. Y dolorosamente. Nunca lo hubiese creído capaz de este macabro pasteleo.

Hemos perdido. Ya escribí hace unas semanas que esta era la última batalla en serio en el seno de la Iglesia. Si se ganaba, ganábamos todos, y había esperanza dentro de Ella. Si se perdía -y da toda la impresión de que va a ser así-, se habría derribado el último bastión serio que quedaba: la "roca" que, con sabiduría, plantó san Juan Pablo II entre los miembros de la Jerarquía en EEUU. Y es lo que está pasando.

Y no queda Iglesia porque "la Iglesia -Católica, hasta hace casi nada-, vive de la Eucaristía". De la Eucaristía que ES Jesús, nuestro Dios y Señor. Pero, para muchos, ya NO lo es: se ha convertido en un juguete en manos de los "catolicos a lo Biden & cía", y en manos de algunos Jerarcas que se han pasado a "la iglesia de Mammoná", como la cataloga Jesús en sus "Dictados a Marga"; separándola y distinguiéndola de la Iglesia Católica, la Suya: NUNCA "la nuestra" porque nos consideremos con derecho a mangonearla hasta extremos inauditos, blasfemos y heréticos, como está pasando en tantos sitios y por tantas personas.

Es la VOLADURA, controlada o no, de la Iglesia Católica: la que Cristo fundó el Jueves Santo, por la que dio su Vida el Viernes Santo, en la que vivimos, esperando su Segunda Venida, a la que gratuitamente y con Amor nos ha traído para que nos salvemos.

En la Iglesia solo van a quedar ya Pequeños Oasis de Gracia, Verdad, y Salvación. Aquellos lugares, vivos y vivificantes, en los que refugiarse del abrasador y mortal entorno de los desiertos.

O bien, Nuevas y Necesarias Catacumbas, donde refugiarse de las Persecuciones que siguen vigentes: ahora con la incorporación de los miembros de la Jerarquía que se han sumado a las filas de los perseguidores a muerte de siempre.

Ellos sabrán por qué. Y ellos sabrán el precio que van a pagar por ello, aunque no se lo crean: ya lo verán. Porque nadie se burla del Señor. Y menos impunemente. Y menos en lo referente a la Hostia Santa. Son pecados contra el Espíritu Santo: los que no se perdonan en esta vida ni en la otra. Aunque no se lo crean. Ya lo verán. NO me importa repetirme: lo hago a propósito.

Pequeños Oasis, ocultas Catacumbas, donde se refugie el Culto Legítimo, Verdadero, Digno de Dios, porque está Dios mismo Presente en la Sagrada Eucaristía. Y allí acudan, como han hecho siempre cuando la ocasión lo ha requerido, las almas fieles, sacerdotes y laicos, con insaciable hambre y sed de Dios. Si es preciso -y lo ha sido tantísimas veces-, a costa de la muerte, que es la Vida, porque "sine Dominicus, non possumus": "sin el Señor no podemos vivir".

Siempre habrá al frente Obispos y Sacerdotes verdaderos, "rocas" como nos quiere Cristo. NO "arenilla" que, como la sal que se desvirtúa, no vale para nada.

Es uno de los SIGNOS, perfectamente visible y contable a lo largo de su Historia, de la Verdadera Iglesia. La esposa FIEL. Toda HERMOSA. Sin MANCHA ni ARRUGA. La Iglesia de Cristo Señor. La Iglesia que Salva. En la que se Ama a Dios, porque vive del Amor que Dios nos tiene, y porque enseña a CorresponderLe.

Bien podríamos decir, porque es VERDAD, como aquellos primeros cristianos mártires: "sine Ecclesia, non possumus". Porque "fuera de la Iglesia no hay Salvación".

Cada uno deberá escoger, porque han llegados estos tiempos: los de la ELECCIÓN PERSONAL. Lo mismo para sacerdotes, como para laicos, o para religiosos. Nos han obligado a ello los mismos "pastores", que se han reconvertido, a sabiendas, en mercenarios y salteadores: a estos, las ovejas no podemos seguirles, ni reconocerles: nos lo dice Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

¿Qué habrán pensado todos estos reconvertidos -los hay en todas parte: son plaga ya-, al leer a san Pablo, en la Misa de hoy, precisamente en la Solemnidad de san Pedro y san Pablo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la Fe. Ahora me aguarda la corona merecida (...). El Señor..., y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles..."?

¡Con mayor motivo hemos de recibir íntegro este Mensaje los hijos de Dios en su Iglesia! ¡Qué traición más abominable! Están echándolo de su Casa, de su Iglesia. Nos dejan sin Él. Y, puestas así las cosas, ¿a Quién iríamos? ¿A Quién vamos a ir?

Hace años, podíamos hacerlo con los ojos cerrados, como se dice coloquialmente. Ahora NO. Ahora hay que DISCERNIR. Hay que JUZGAR. Obligatoriamente. Y hacerlo al por menor, llegando al detalle, para ver si coincide o no con Jesús, con su Palabra y con su Vida: el verdadero y único CRITERIO sobrenatural que se nos ha dado desde el mismo CIELO, para juzgar al mundo y a los mundanos, incluso si están dentro.

Todos estamos obligados EN CONCIENCIA. La OBEDIENCIA a los superiores, a los pastores, NUNCA está por encima de la propia conciencia cuando mandan lo contrario que Cristo. Porque la Conciencia únicamente es patrimonio de Dios: de ningún Jerarca, por alto que esté.

Vamos a recuperar la LIBERTAD que siempre hemos tenido: juzgar vosotros si hay que obedeceros a vosotros antes que a Dios; palabras de san Pedro, precisamente cuando, bajo fuertes amenazas, les dicen que se callen respecto a lo que Cristo les ha entregado: ¡son testigos!

Esto sigue tan vigente, no: mucho más ahora, en los tiempos trágicos que corren. Tiempos de Derribo. De Abominación y Desolación. Tiempos en los que parece que está ganando el demonio. Tiempos Profetizados.

Pero tiempos que no son la última Palabra, porque son la antesala: nunca el FIN. El FIN y el FINAL es Cristo, Alfa y Amega. Por esto creemos, y por esto sabemos que: Dominus vincit! Dominus regnat!

Y nosotros con Él.

Extraído de Infocatólica.com


José Luis Aberasturi, sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo-moralista.
He trabajado prácticamente siempre en la enseñanza, primero como profesor, y luego como sacerdote en la capellanía. Publiqué, "Educar la conciencia", dirigido específicamente a padres, educadores y catequistas con niños pequeños, para ayudarles a que se implicasen en la educación moral de los mismos; está casi agotada la 3ª edición.