
Lecturas Miércoles de la Semana XXXI del Tiempo Ordinario

Lecturas Miércoles de la Semana XXXI del Tiempo Ordinario
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,12-18):
Ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, seguid actuando vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor. Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir. El día de Cristo, eso será una honra para mí, que no he corrido ni me he fatigado en vano. Y, aun en el caso de que mi sangre haya de derramarse, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte, estad alegres y asociaos a la mía.
Palabra de Dios
Salmo del Día
Salmo 26
Lecturas Miércoles de la Semana XXXI del Tiempo Ordinario
El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.» ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio
Por el Padre Daniel Manzuc
Por Monseñor Munilla
PARA REFLEXIONAR
- Pablo ha insistido que la glorificación de Cristo, fue el fruto de haber asumido hasta el final, su condición de hombre y su obediencia al Padre. Por lo tanto, esta es también la única vía de salvación para los hombres.
- En el texto de hoy encontramos a Pablo exhortando a sus comunidades, a crecer siempre, a seguir trabajando, a madurar todavía más en su fe. Lo hace con ejemplos bien concretos.
- Pablo está en la cárcel. Ve próxima su muerte a las puertas de Roma. Pero está alegre y transmite a su comunidad la convicción de que vale la pena vivir los valores del evangelio, que todo lo que ha hecho, valió la pena. Su sacrificio es una comunión con Jesús, una imitación de Jesús: esto lo llena de gozo por eso les pide que "estén alegres y asociados a su alegría".
- Pablo les confiesa la esperanza que tiene puesta en ellos. Para que sigan creciendo en la fe, está dispuesto a derramar su sangre. Su perseverancia y fidelidad, será para Pablo, su gloria y su corona.
***
- Jesús ha dicho y hecho mucho a lo largo de su ministerio. Ahora planteará clara y directamente las condiciones para su seguimiento. Ya no alcanza la simpatía hacia él o la simple admiración de su causa. El seguimiento exige cambios verdaderamente radicales. "Seguir" a Jesús significa escuchar una Palabra que es gracia y responderle. Si el camino exige un determinado comportamiento, es porque está trazado por alguien bien determinado. La "moral" del Evangelio es, ante todo, adhesión a una persona viva y a su estilo de vida.
- Aparecen con nitidez en este pasaje tres condiciones que no admiten medias tintas: aborrecer a la propia familia; cargar la propia cruz y renunciar a los bienes. En la realización de estas condiciones se da la aptitud para el seguimiento.
- Se trata de hacer una opción total por la persona de Jesús y por la nueva escala de valores que Él propone. La opción por Él y su reino está por encima de todas las relaciones, incluso de las familiares: padre, madre, mujer, hijos, hermanos y hermanas. Esa preferencia radical aparece en la expresión semita 'odiar', que significa "preferir por encima de".
- El discípulo es el que camina detrás de Jesús hacia Jerusalén, el lugar de la entrega, de la muerte y la resurrección. El discípulo debe llevar su cruz, no se trata de una cruz cualquiera, sino de la misma cruz que Jesús va a asumir en Jerusalén. El discípulo, como Jesús asume la cruz por causa del Reino de Dios. Una cruz que es camino de salvación.
- Jesús, para llevar a cabo la misión salvadora de la humanidad, renunció a todo, incluso a su vida. Por eso fue constituido Señor y Salvador de todos.
- Estas exigencias no se prestan a la ambigüedad, sin embargo sabemos que ésta se hace presente en nuestra vida y nos domina en muchas ocasiones. Por eso Jesús invita a medir las consecuencias de lo que hacemos. Conocer y calcular adónde nos lleva la seguridad de nuestras posesiones familiares o materiales y a dónde la inseguridad de la fe en Jesús. Jesús nos llama, por tanto, a no dejarnos llevar por las simples apariencias, a fiarnos de Él, aunque su propuesta tenga la apariencia de una renuncia absurda y hasta casi inhumana.
- Las parábolas del constructor que no pudo terminar la torre y la del rey que sale a la guerra y se rinde sin presentar batalla, sirven para demostrar que la decisión no puede hacerse superficialmente. Los medios humanos con los que contamos, por muy importantes que sean, son insuficientes para la construcción del reino de Dios y para afrontar las dificultades que se presenten. La única posibilidad inteligente, es renunciar a contar exclusivamente con los propios medios, para poder experimentar la fuerza que Dios nos ofrece.
- El amor, el don y la gracia preceden a toda exigencia de seguimiento. Sólo, en y por amor, podemos entender el seguimiento renunciante al que nos invita Jesús. Toda renuncia, por más loable que parezca, si no se completa por, con y en el amor, se puede convertir en sufrimiento estéril. Cada uno es llamado por amor, a cada uno se le ofrece la salvación por amor, sin más exigencia que la de escuchar y seguir a Jesús desde el amor.
PARA DISCERNIR
- ¿Acepto las cruces cotidianas?
- ¿Me rebelo ante el sufrimiento?
- ¿Soy solidario con las cruces ajenas?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Que muestre tu Palabra de Vida, Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«El que de entre vosotros no renuncie a sus bienes no puede ser discípulo mío»
…"Querida hermana: ¿Cómo puedes preguntarme si puedes tú amar a Dios como le amo yo…? Mis deseos de martirio no son nada, no son ellos los que me dan la confianza ilimitada que siento en mi corazón. A decir verdad, son las riquezas espirituales las que hacen injusto al hombre cuando se apoya en ellas con complacencia, creyendo que son algo grande… Yo sé muy bien que lo que le agrada a Dios en mi pobre alma es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia… Este es mi único tesoro.
Hermana querida…, comprende que para amar a Jesús…, cuanto más débil se es, sin deseos ni virtudes, más cerca se está de las operaciones de este Amor consumidor y transformante… Con el solo deseo de ser víctima ya basta; pero es necesario aceptar ser siempre pobres y sin fuerzas, y eso es precisamente lo difícil, pues «al verdadero pobre de espíritu ¿quién lo encontrará? Hay que buscarle muy lejos», dijo el salmista… No dijo que hay que buscarlo entre las almas grandes, sino «muy lejos», es decir, en la bajeza, en la nada…
Mantengámonos, pues, muy lejos de todo lo que brilla, amemos nuestra pequeñez, deseemos no sentir nada. Entonces seremos pobres de espíritu y Jesús irá a buscarnos, por lejos que nos encontremos, y nos transformará en llamas de amor… ¡Ay, cómo quisiera hacerte comprender lo que yo siento…! La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor… El temor ¿no conduce a la justicia…?
Ya que sabemos el camino, corramos juntas. Sí, siento que Jesús quiere concedernos las mismas gracias a las dos, que quiere darnos gratuitamente su cielo"…
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia – Carta 197, del 17-09-1896
PARA REZAR
Delante de la cruz los ojos míos,
quédenseme, Señor, así mirando,
y, sin ellos quererlo, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios que dicen mis desvíos
quédenseme, Señor, así cantando,
y, sin ellos quererlo, estén orando
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así con la mirada en vos prendida,
y así con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,
Quédenseme, Señor, el alma entera,
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis, me muera.
Rafael Sánchez