Lecturas Jueves 4° Semana del Tiempo de Pascua

15.05.2025

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,13-25):

Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejo y se volvio a Jerusalén; ellos, en cambio, continuaron y desde Perge llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a unos que les dijeran:
«Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad».
Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo:
«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años "los cuidó en el desierto", "aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia" su territorio; todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: "Encontré a David", hijo de Jesé, "hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos".
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies"».

Palabra de Dios


Salmo

Salmo 88

Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijieste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R/.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R/.


Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,16-20):

Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado". Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.
En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio 

Por el Padre Daniel Manzuc


Por Monseñor Munilla




PARA REFLEXIONAR

  • En Antioquía de Pisidia en las altiplanicies de la actual Turquía, en la sinagoga de esta ciudad, Pablo y Bernabé entran y toman asiento. Cada sábado se reunía allí la comunidad judía. Se cantaban los salmos, se leía la Ley. Se pedía luego a uno de los asistentes que hiciera un comentario. Después de la lectura de la Ley y los Profetas, le pidieron a Pablo que tome la palabra.
  • Pablo presenta a Jesús como la respuesta de Dios a las esperanzas y las promesas de toda la historia de Israel. Lo hace con un recorrido que va desde la salida de Egipto y la conquista de la tierra prometida, pasando por la figura de David y la de Juan, el precursor inmediato. En la predicación de Pablo siempre está presente Jesús como la respuesta plena de Dios a las esperanzas humanas. Si sus oyentes eran judíos les habla partiendo del Antiguo Testamento y si eran paganos, como cuando llegó a Atenas, les citaba sus autores predilectos y sabía apelar a su búsqueda espiritual del sentido de la vida.
  • San Pablo al citar el Antiguo Testamento, no sólo se refiere al pasado sino que les descubre el misterio «actual» del Cristo que nos salva en el presente.

***

  • En el Evangelio nos encontramos en el marco de la cena de despedida de Jesús con un texto que forma parte del relato del lavatorio de los pies. Con esta acción Jesús quiere dejar claro a los apóstoles que el servicio es la misión a la que están invitados. Queda clara la identificación que se crea entre Dios, su enviado y los que se comprometen con su invitación.
  • La cena empezó con el gesto simbólico y elocuente del lavatorio de los pies. Esta es la gran lección de fraternidad y actitud de servicio para con los demás. Juan interrumpe la narración de la escena del lavatorio de pies para comentar el alcance de este gesto.
  • Lo que Jesús ha hecho y está diciendo no es una teoría abstracta o piadosa sino una instrucción autorizada y obligatoria. Siendo el Maestro y el Señor, se ha hecho esclavo de todos. Y si la comunidad de discípulos reconoce en Jesús a su Maestro y Señor, también debe sacar las consecuencias de esa confesión, sin contentarse con una simple confesión de labios.
  • No es elección de la comunidad seguir o no esta actitud de Jesús. Aceptar a Jesús como Maestro y Señor, nos lleva a seguir su ejemplo en un compromiso de amor hasta dar la vida.
  • Como el criado no es más que su amo; la cruz, el servicio a los demás hasta la muerte de nuestro tiempo, comodidad,… es donde se manifiesta y se descubre el poder de Cristo resucitado y donde se puede tener experiencia del «yo soy» de Jesús.
  • En esa noche, junto con el anuncio de la traición, deja claro de que así como el Padre lo ha enviado a Él, Él los envía a ellos al mundo. El que recibe a los enviados de Cristo, lo recibe a Él, y por tanto recibe al que lo ha enviado, al Padre.
  • En Jesús las palabras son ratificadas por su hacer. Quien es receptivo a sus palabras y a su actuar recibe también a quien lo envió. Dios, su Hijo y sus discípulos serán uno sólo, sus vidas en el amor son el parámetro para evaluar la veracidad de esta unidad.
  • Actuar como Jesús actuó será la mayor dicha que puede alcanzar el hombre. Sentirá en su interior la alegría de conocer verdaderamente a Dios, que es libertad, armonía, solidaridad y justicia.


PARA DISCERNIR

  • ¿De qué modo mi vida es un «servicio»?
  • ¿De qué modo soy «servidor»?
  • ¿De quién soy el «servidor»'?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

El que recibe a Jesús, recibe al que lo envió


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

"El mensajero no es más grande que el que lo envía"

La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. «Primerear»: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,19); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos (cf. Lc 14,23). Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear!

Como consecuencia, la Iglesia sabe «involucrarse». Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17). La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz (cf. Jn 10,3).

Papa Francisco – Exhortación apostólica "Evangelii Gaudium / La alegría del evangelio" § 24


PARA REZAR

Danos Señor…

Danos Señor un corazón de carne,

para que como Tú, nos conmovamos

ante el dolor del prójimo más próximo.

Recrea en nosotros entrañas de misericordia,

para que colmados en tu amor seamos testigos

y testimonio con nuestras obras, de tu presencia en el mundo.

Señor, resucítanos hoy, y regálanos como al hijo de la viuda,

la oportunidad de transmitir con nuestra vida

las maravillas que Tú obras.

Te lo pedimos por la intercesión de María Santísima,

a Tí que Vives y Reinas, por los siglos de los siglos.

Amén