Lecturas del Sábado de la 5ª semana del Tiempo Ordinario

11.02.2023

Lecturas del Sábado de la 5ª semana del Tiempo Ordinario

Sábado, 11 de febrero de 2023

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (3,9-24):
El Señor Dios llamó al hombre y le dijo:
«Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
A la mujer le dijo:
«Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará».
A Adán le dijo:
«Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado; pues eres polvo y al polvo volverás».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
El Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
Y el Señor Dios dijo:
«He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él y viva para siempre».
El Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.
Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.
Palabra de Dios


Salmo del Día

Salmo 89

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. 

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. 

Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.


Evangelio

Lectura del santo Evangelio San Marcos (8,1-10):
Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio del Padre Daniel Manzuc




PARA REFLEXIONAR

  • La página de hoy, bajo una apariencia ingenua, nos pone crudamente delante de la condición humana. El hombre, hecho para la «relación con Dios», destruye esta armonía por su pecado. El hombre, hecho para la «relación con su semejante», destruye todo esto por su pecado. El hombre, hecho para la «armonía de su ser», se siente dividido en su mismo interior. El hombre, hecho para la "relación con la naturaleza", queda duramente sometido a ella.
  • Detrás de este episodio se entreven las luchas, las iras, los golpes, las guerras, las violencias de toda clase. Y si los padres, Adán y Eva están desunidos, sus hijos, los Caín y Abel de todos los tiempos, irán más lejos, hasta el derramamiento de sangre.
  • El hombre, queda marcado por su trabajo esencial, su oficio; y el sudor es el signo del esfuerzo a hacer, para "ganar su vida". La mujer queda marcada por su trabajo esencial, dar a luz a sus hijos: "tus embarazos serán penosos y darás a luz a tus hijos con dolor".
  • Y como fin: la inexplicable muerte. El hombre muere porque «no es Dios», porque es "criatura" por lo tanto, es «fragilidad». Esta es una primera razón natural, pero el autor, añade una segunda razón: el hombre es pecador, y la muerte adquiere así un carácter adicional de pena.
  • Sin embargo toda esa destrucción que el pecado opera en la armonía creada por Dios, no tendrá la última palabra: desde el principio se anuncia una victoria, una salvación, una redención.

***

  • En el evangelio, un gran número de gente de todas partes, ha venido a pie siguiendo y escuchando a Jesús durante días y días. Jesús no quiere fomentar las esperanzas del mesianismo que espera la gente, sino que se aleja de ellas, encontrando en la oración, la claridad de su camino mesiánico hacia la cruz, y el ánimo para recorrerlo.
  • El hecho que vengan "desde lejos" ratifica el contexto pagano del relato, pues era común entre las primeras comunidades cristianas considerar a los paganos como los lejanos, en cuánto lejanía de Dios y de la salvación.
  • Marcos tiene interés en anticipar la evangelización de los paganos, en el ministerio de Jesús. Es necesario que los apóstoles amplíen su horizonte, por eso la mesa que Jesús ofrece está abierta a todos.
  • En ese contexto Jesús, compadecido de la muchedumbre que lo sigue sin acordarse ni de comer, realiza un milagro para que coman todos. Con siete panes y unos peces da de comer a cuatro mil personas, y sobra. Las siete canastas que se llenan con los sobrantes, indica que el alimento distribuido es inagotable y es el símbolo de un «acto que tendrá que repetirse constantemente», un alimento que debe ponerse sin cesar a disposición de los demás.
  • Jesús tiene clara la importancia de la solidaridad para la existencia del Reino que Él propone, y es por eso por lo que insiste, en este mensaje para sus discípulos y la comunidad. No se puede estar tranquilo si se sabe que un hermano está en desventaja. No puede disfrutar con sus discípulos de un alimento que les falta a otros. La única posibilidad de estar verdaderamente satisfechos era compartiendo con todos.
  • Este milagro no debemos entenderlo como una acción mágica de Jesús, sino como un acto de solidaridad desde las carencias que cada uno pueda tener. Los que asumen la causa de Jesús, deben ser capaces de aportar desde lo poco, aun con sacrificios, para tratar de solucionar los problemas, con la absoluta convicción de que Dios podrá hacer el resto de la obra.
    Lo que pretende el milagro es que, el grupo de los discípulos, supere las imposibilidades humanas que impiden la fraternidad y la solidaridad.
  • Como Iglesia, también tenemos que hacer posible el milagro de la solidaridad en medio de nuestros pueblos regidos por el egoísmo, por las políticas de mercado, por los intereses particulares. Es nuestra tarea hacer de esta sociedad en esta historia humana, un espacio donde se pueda vivir de forma diferente.
  • La ambición divide, el amor congrega. No sabremos hacer milagros, pero hay multiplicaciones de panes, de paz, de esperanza, de cultura y de bienestar que no necesitan un poder milagroso, sino un corazón bueno, semejante al de Cristo, para no ceder en el trabajo por el bien de todos los hombres.


PARA DISCERNIR

  • ¿Qué puedo hacer en este mundo con tantos hambrientos?
  • ¿Puedo multiplicar algo por el bien de mis hermanos?
  • ¿Qué papel ocupa la solidaridad en mi camino de fe?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Danos siempre de este pan

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

..."La comprensión de nuestro cuerpo como enfermo, pobre, débil, necesitado de ser inhabitado por el poder recreador del Espíritu, nos pone en la condición de la muchedumbre que seguía a Jesús por el desierto en torno a Betsaida. Y en el desierto de este mundo [...] prepara Jesús un banquete, adereza una mesa, nos sacia en ella. Aquel que en la última cena se entregará como alimento por las multitudes, acoge y reúne en el episodio de la multiplicación de los panes a una muchedumbre que no sabe adónde ir, y la transforma en la comunidad de los pobres saciados del verdadero pan de vida.

La eucaristía es el pan del desierto, es el viático de los peregrinos, es la ofrenda, la entrega de un cuerpo [...]. El camino por el desierto es un viaje largo, impracticable, extenuativo a veces: a las fatigas del recorrido se añaden las heridas dejadas por quienes se han perdido en este camino. Pero también es verdad que el Señor no nos deja sin la eucaristía, el único pan que nos permite caminar hasta la visión del Señor, hasta el cara a cara con Dios. Debemos estar seguros de que si también nosotros llegamos a tocar el abismo de la desesperación como Elías, también veremos a un ángel que nos traerá el pan del desierto y nos dirá: «Come, y sigue caminando» (cf.1 Re 19,1-8)"...

E. Bianchi, El manto de Elías, Magnano 1985, 119.


PARA REZAR

Hay un mundo que vive en la esperanza de un mañana más justo, más fraterno.
Hay un mundo que sufre los dolores de un nuevo amanecer.
Hay semillas de vida traspasando la tierra de la muerte.
Tú me enseñas a verlo, a descubrirlo, Jesús, me das la fe.
Hay un hombre que vive la miseria, sin poder, sin saber, sólo muriendo.
Hay un hombre que, pese a todo, espera justicia y libertad.
Hay dos mundos, tres mundos, divididos por el poder e indiferencia.
Tú me llamas, Jesús, al compromiso, a la solidaridad.
Yo sé que no puedo encontrarte a ti, Jesús, sin tu Reino.
Yo sé que no llega el Reino, si en el centro no estás tú.
Bendito el que marcha en tu nombre, bendito el que en el hermano
ve tu rostro, se detiene y comparte hoy su cruz.
E. Fernández

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