Lecturas del Sábado de la 24ª semana del Tiempo Ordinario
Lecturas del Sábado de la 24ª semana del Tiempo Ordinario
Sábado, 23 de septiembre de 2023
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (6,13-16):
En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.
Palabra de Dios
Salmo del Día
Salmo 99
Entrad en la presencia del Señor con vítores
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,4-15):
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.»
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?»
Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio
Por el Padre Daniel Manzuc
Por Monseñor Munilla
PARA REFLEXIONAR
- Concluimos la lectura de esta carta de Pablo a Timoteo con una «doxología», alabanza final, y una mirada hacia la venida última del Señor.
- En la cultura del tiempo de san Pablo, los emperadores y los reyes eran divinizados y ellos aceptaban esos títulos superlativos. Pablo se opone valientemente a esos títulos paganos y nos enseña a poner nuestra absoluta confianza sólo en Dios: ningún poder humano, ninguna ideología merece nuestra incondicionalidad. Sólo Dios es Dios y es el único que posee inmortalidad.
- Con solemnidad, apelando a la presencia de Dios Creador y de Jesús, Pablo le pide a Timoteo que «guarde el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la venida del Señor».
- Sea cual sea ese «mandamiento» que Timoteo tiene que guardar: la sana doctrina, o la «verdad» de la que dio testimonio Jesús ante Pilato, la gracia que ha recibido, o el mandamiento concreto del amor; es un tesoro que tiene que conservar y hacer fructificar. Y que, además, lo lleva en frágiles vasijas de barro.
- Lo ayudará el tener los ojos fijos en ese Cristo, del que Pablo gozosamente afirma que es «bienaventurado y único soberano, rey de los reyes y señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad».
- Nosotros, en ese Cristo creemos y a ese Cristo seguimos y esperamos. Por eso le pedimos su gracia, para ser fieles hasta el final y compartir su alegría y su gloria.
***
- En el evangelio, Lucas nos enseña que si bien la semilla es buena, el terreno no está suficientemente preparado. La recepción de la Palabra no ocurre de cualquier modo. A veces las interminables preocupaciones nos atrapan y no hay un espacio vital donde la buena semilla del evangelio germine.
- Otras veces la falta de profundidad nos hace incapaces de seguirla cultivando para que se desarrolle en toda su potencialidad. Pero cuando el terreno es bueno, el fruto es desbordante, mucho más de lo que un campesino de aquellos tiempos podría esperar. Esta es la imprevisible fecundidad de la semilla en la buena tierra.
- Frecuentemente nos detenemos demasiado en considerar el tipo de tierra sin prestar atención al sembrador y su actitud. Como todo hombre de campo no es un improvisado y sabe de la calidad de los terrenos, pero su sabiduría también radica en no trabajar con parámetros únicos ni definitivos.
- Por eso esta semilla arrojada al voleo, incluso exageradamente nos habla de generosidad, y luego de cuidadosa y discreta observación que acompaña el crecimiento, con la paciencia de quien sabe que hay que respetar los tiempos.
- Él sembrador no es ansioso, no fuerza la semilla ni castiga la tierra. No pierde el control ni se deja condicionar por la respuesta del terreno; él siempre siembra con libertad de corazón y con inmensa alegría, no importa que los resultados no sean los esperados. Ya ha sido ganancia el tener la semilla y la tierra.
- La Palabra de Dios nunca pasa en vano y a Dios le corresponde hacerla fructificar cómo y cuando quiera. Dios sabe cómo hace su obra. No nos corresponde a nosotros pretender ver cómo Dios obra el crecimiento en el corazón de cada uno, lo que nos toca es dejarnos sembrar y a su vez sembrar responsable, amorosa y generosamente.
PARA DISCERNIR
- ¿Descubro los tiempos de mi vida en la fe?
- ¿Reconozco la fuerza intrínseca de la Palabra en mi vida?
- ¿Qué obstáculos impiden que la palabra de fruto abundante?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Quiero dar fruto Señor
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«El resto cayó en tierra buena»
…"Me parece que es a María a quien se dirige el bienaventurado profeta Joel cuando exclama: «No temas, tierra, jubila y regocíjate, porque el Señor hace grandezas» (2, 21). Porque María es una tierra: es esta tierra sobre la cual el hombre de Dios, Moisés, recibió la orden de quitarse sus sandalias (Ex 3, 5), imagen de la Ley que la gracia ocupará su lugar. Ella es, además, esta tierra sobre la cual, por el Espíritu Santo, se estableció entre nosotros aquel de quien cantamos que «asentó la tierra sobre sus cimientos» (Sl 103, 5). Es una tierra que, sin haber sido sembrada hace nacer el fruto que da su alimento a todo viviente (Sl 135, 25). Una tierra sobre la cual no ha crecido, en absoluto, la espina del pecado: sino que, por el contrario, dio a luz a aquel que lo arrancó de raíz. En fin, una tierra no maldita como la primera, cuya siega estaba llena de espinas y abrojos (Gn 3,18), sino una tierra sobre la que reposa la bendición del Señor, y que lleva en su seno un «fruto bendito» como lo dice la palabra sagrada (Lc 1, 42)…
Alégrate, María, casa del Señor, tierra que Dios ha pisado con sus pasos… Alégrate, paraíso más dichoso que el jardín de Edén en el que germina toda virtud y crece el árbol de Vida"…
San Teodoro el Estudita (759-826), monje en Constantinopla – Homilía 2 para la Natividad de María, 4, 7; PG 96, 683s
PARA REZAR
Creemos en Dios, nuestro Padre.
La tierra, nacida de su palabra creadora,
ha dado su mejor fruto:
Jesús, su Hijo, su Verbo eterno.
Creemos en Jesús, semilla de vida,
grano hundido en la tierra,
espiga gloriosa de la resurrección.
Creemos en el Espíritu Santo,
fuerza que fecunda la Palabra
y que sostiene en la Iglesia
la esperanza de la cosecha.