Lecturas del Lunes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario

09.10.2023

Lecturas del Lunes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario

Lunes, 9 de octubre de 2023

Primera lectura

Comienzo de la profecía de Jonás (1,1–2,1.11):
Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: "Su maldad ha llegado hasta mí."» Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
El capitán se le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»
Y decían unos a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.»
Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»
Él les contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.»
Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?» Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado.
Entonces le preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?» Porque el mar seguía embraveciéndose.
Él contestó: «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.»
Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres.»
Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.
Palabra de Dios


Salmo del Día

Jonas 2

En el peligro grité al Señor y Él me escuchó

En mi aflicción clamé al Señor
y me atendió;
desde el vientre del abismo pedí auxilio,
y escuchó mi clamor.

Me arrojaste a lo profundo en alta mar,
me rodeaban las olas,
tus corrientes y tu oleaje
pasaban sobre mí.

Yo dije: «Me has arrojado de tu presencia;
quién pudiera ver de nuevo tu santo templo.» 

Cuando se me acababan las fuerzas
me acordé del Señor;
llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo.



Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio

Por el Padre Daniel Manzuc


Por Monseñor Munilla



PARA REFLEXIONAR

  • El relato de Jonás escrito hacia el siglo V antes de Cristo no es la biografía de un hombre real. Jonás hijo de Amitai, profeta en tiempos de Jeroboán II, de quien se tienen escasas noticias sirve para convertirlo en protagonista de este «midrash», un relato imaginario con fines educativos.
  • Esta parábola del Antiguo Testamento, nos recuerda que «todos los hombres, son llamados a la salvación». Es probable que fuera escrito en tiempos de Esdras y en contra de éste que, para asegurar la pureza de la fe del pueblo elegido en la época de la reconstrucción de Sión, con un excesivo nacionalismo, cerraba las puertas a los demás países.
  • El libro de Jonás reafirma fuertemente la «vocación misionera» del pueblo elegido. Dios no es solamente el Dios de Israel, sino el de todas las naciones. En esta historia todos los paganos que aparecen son buenos, desde el rey de Nínive y sus habitantes, hasta el ganado, pasando por los marineros del barco y la ballena que cumple también un papel importante.
  • El autor eligió como muestra de una ciudad pagana que se convierte, a Nínive, la capital de los asirios, famosa por su política despiadada y cruel.
  • En el momento en que Jonás recibe el encargo de ir a Nínive y anunciar allí el castigo de Dios, como mal profeta, toma un barco en dirección contraria yendo hacia tierras de Tarsis, en el sur de la actual España.
  • Cuando se forma la tempestad, los marineros aparecen como personas buenas, que temen a sus dioses y les rezan y les ofrecen sacrificios, y además respetan a Jonás, a pesar de que se ha declarado culpable. Tratan de hacer lo posible para salvarlo, pero al fin lo tienen que arrojar al mar. En el agua es donde entra en acción la ballena que lo retiene durante tres días hasta vomitarlo a tierra firme.
  • El único personaje judío de la parábola es el único que se resiste a Dios. Pero Dios al margen de lo que haga el hombre, consigue su fin. Las situaciones por las que pasa Jonás más que castigos, son hechos providenciales y destinados a forzar al profeta a cumplir su misión.

***

  • Jesús contó esta parábola dedicándosela al doctor de la ley, a una persona que tenía la función de indicar a los demás los deberes de la religión. Este maestro de la ley que interroga a Jesús tiene la intención de ponerlo a prueba.
  • No era fácil decidir entre los 613 mandatos o mandamientos, cuál de todos era el más importante. Jesús no se atiene a la línea de ningún rabino de la época ni a ninguna escuela en particular, simplemente hace que su interlocutor vuelva a la fuente, a la Ley de Moisés, a lo que recordaban en el Shemá Israel los judíos practicantes tres veces al día: amar a Dios con todo el ser y al prójimo como a sí mismo. Sólo estos dos son suficientes para obtener la vida.
  • Ante la pregunta sobre quién es el prójimo, Jesús acudirá a un ejemplo que los sacará del marco teórico para insertarlos en la vida. Una historia totalmente ordinaria, un hecho más de los que sucedían habitualmente y a los que hoy estamos acostumbrados. Un hombre anónimo, un cualquiera, una víctima de la rapiña pero también del odio racial, de los prejuicios y de la indiferencia. Pasan un sacerdote y un levita que dan un rodeo. No se acercan, no es de los suyos. Jesús quiere poner de manifiesto lo deshumanizante de la ley cuando la búsqueda del bien no la sustenta. Ambos seguramente, se dirigían a Jerusalén a cumplir con sus respectivos turnos de servicio en el templo, que exigía una estricta pureza legal y ritual que hubieran quedado rota al contaminarse con la sangre del herido.
  • A través de esa historia Jesús va a revelar la extraña novedad del evangelio. Porque para Jesús la regla de oro de la moral, no es la observación de un marco de leyes bien definido, sino la que surge de la vida vivida y se elabora en el corazón que, porque ama a Dios, está empapado de misericordia y compasión.
  • La compasión marca el sello distintivo de esta ley superior a toda ley. La misma compasión que tuvo Jesús con la viuda de Naím; con la multitud que lo seguía abatida y con hambre; y que tuvo el padre con el hijo que regresa.
  • Este buen samaritano es Cristo, en el que Dios se acerca al hombre herido y lo carga sobre sí para curar sus heridas. Este hombre bajaba de Jerusalén a Jericó; Jesús recorrerá el camino inverso: irá a Jerusalén, y allí El será el samaritano, ahora herido porque la compasión lo lleva a cargar nuestras heridas. En Jesús colgado al borde del camino, dejado por muerto, de quien todos se apartan, Dios manifiesta su rostro de misericordia y de amor universal.
  • El «amor» a Dios no se puede reducir a una frase adornada con oraciones cumplidoras y prácticas externas. El amor al prójimo brota de la compasión y nos lleva a ponernos en camino de hacer lo mismo que aquel samaritano.
  • La salvación está del lado del corazón capaz de compadecerse. Jesús con su palabra y con su vida, invita y reclama para la vida del mundo un corazón misericordioso, porque la misericordia es el corazón de Dios.


PARA DISCERNIR

  • ¿Qué nos exige hoy nuestro amor a Dios?
  • ¿Qué nos exige hoy nuestro amor a los hermanos?
  • ¿Me dejo sanar por la compasión y la misericordia de Dios?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Dame una vida compasiva Señor


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Un Samaritano… llegó donde estaba él, y al verlo le dio lástima»

…"Un samaritano bajaba por el camino. «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre» (Jn 3,13). Viendo que estaba medio muerto ese hombre a quien nadie, antes de él, había podido curar…, se le acerca; es decir que, aceptando de sufrir con nosotros se hizo nuestro prójimo y compadeciéndose de nosotros se hizo nuestro vecino.

«Le vendó las heridas, echándoles aceite y vino». Este médico tiene muchos remedios con los cuales está acostumbrado a curar. Sus palabras son un remedio: tal palabra venda las heridas, tal otra les pone bálsamo, a otra vino astringente… «Después lo montó en su cabalgadura». Escucha cómo él te acomoda: «Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores» (Is 53,4). También el pastor ha colocado a su oveja cansada sobre sus espaldas (Lc 15,5)…

«Lo llevó a una posada y lo cuidó»… Pero el Samaritano no podía permanecer largo tiempo en nuestra tierra; debía regresar al lugar del que había descendido. Pues «al día siguiente» -¿cuál es este día siguiente sino el día de la resurrección del Señor, de aquel que se ha dicho: «Este es el día que hizo el Señor» (Sl 117, 24)?- «sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: Cuida de él». ¿Qué son estas dos monedas? Quizás los dos Testamentos, que llevan la efigie del Padre eterno, y al precio de los cuales nuestras heridas has sido curadas… ¡Dichoso este posadero que puede curar las heridas de otro! ¡Dichoso aquel a quien Jesús dice: «Lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta»!… Promete, pues, la recompensa. ¿Cuándo volverás, Señor, si no es en el día del juicio? Aunque siempre estés en todas partes, teniéndote en medio de nosotros sin que te reconozcamos, llegará el día en que toda carne te verá venir. Y darás lo que debes. ¿Cómo lo pagarás tú, Señor Jesús? Has prometido a los buenos una amplia recompensa en el cielo, pero darás todavía más cuando dirás: «Muy bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, yo te confiaré mucho más; entra en el gozo de tu señor» (Mt 25,21)"…

San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia – Comentario al evangelio de Lucas, 7, 74s


PARA REZAR

Dios de ternura y de piedad,

Que te inclinas sobre nuestra pobreza

y cuidas de nosotros, que somos tus hijos.

Reconocemos tu amor y tu misericordia,

Que podamos por tu gracia

ser hombres de corazón, consagrados a la caridad.

Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana,

inspiranos el gesto y la palabra necesaria

ante todo dolor y sufrimiento

Que ella sea hoy nuestra misión,

nuestra tarea y nuestra felicidad.


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