Lecturas del Lunes de la 21ª semana del Tiempo Ordinario

28.08.2023

Lecturas del Lunes de la 21ª semana del Tiempo Ordinario

Lunes, 28 de agosto de 2023

Primera lectura

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5.8b-10):
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Palabra de Dios


Salmo del Día

Salmo 149

El Señor ama a su pueblo

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. 

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. 

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. 



Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,13-22):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!" ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga." ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio

Por el Padre Daniel Manzuc


Por Monseñor Munilla



PARA REFLEXIONAR

  • Tesalónica era la capital de Macedonia, al norte de Grecia. Las dos cartas de san Pablo a los Tesalonicenses son las primeras epístolas escritas por él, hacia el año 51 y al mismo tiempo los primeros textos del Nuevo Testamento.
  • Obligado a huir, a causa de la persecución, Pablo dejó allí una pequeña comunidad cristiana muy frágil que llevaba de vida sólo unos meses. Habiendo enviado a Timoteo para tener noticias, Pablo se entera de que los cristianos perseveran con firmeza y les envía una carta para felicitarlos y contestar a algunas preguntas.
  • La persecución y la perseverancia son para Pablo una prueba del justo juicio de Dios, que quiere hacerlos dignos de su reino.

***

  • Los ataques de Jesús contra los fariseos van a continuar durante tres días, con una serie de lamentaciones que les descalifican comenzando con la formula «ay de…». Son ocho lamentaciones, que Mateo coloca después de haber proclamado Jesús las Bienaventuranzas.
  • La vocación de Israel no era la de ser un pueblo que cumpliera hasta las más mínimas obligaciones rituales, sino un pueblo que hiciera posible otra forma de vivir la historia, haciendo presente a Dios, como su Señor y guía.
  • El reino de Dios ha sido anunciado por Juan Bautista y por Jesús. Los letrados usan de la autoridad de su en­señanza para impedir que el pueblo acepte ese mensaje, que ellos son los primeros en rechazar. Son los sabios y entendidos a que alude Jesús a quienes se oculta el designio de Dios. De ahí la responsabilidad que tenían por su saber de haber preparado el camino al reino, sin embargo son los que impiden que éste alcance sus objetivos.
  • Los judíos sabían perfectamente que la ley era una mediación para hacer posible la realización de la voluntad de Dios en este mundo. Pero, como dice el refrán popular: hecha la ley, hecha la trampa. Jesús cuestiona profundamente la casuística pormenorizada y tramposa que inventa maneras «legales» de evadir la ley y se vale de la «letra sagrada » para conseguir sus propios fines.
  • Por eso Jesús vuelve a la intención original de la ley recordando que lo que santifica un objeto y hace obligatorio un deber no es la letra misma de la ley, sino el espíritu que la anima.
  • Jesús expresa, en forma de lamentaciones, su reprobación con respecto a la hipocresía de sus adversarios que actuando como guías del pueblo han cerrado a los hombres las puertas del Reino de los cielos, habiendo creado obstáculos a la acción de Dios en la historia. Siendo pésimos intérpretes de la Escritura; han sido malos pastores, han perdido la llave del Reino y siguen enseñando y deformando la Ley de Dios y las conciencias de los hombres.
  • Lamentablemente podemos constatar que hay fariseos en todos los sectores de la vida humana y social, pero los de la religión son especialmente destructivos. Persiguen a las personas y los cazan para llevarlos a su propia convicción religiosa; no a la de Dios. Tienden a transformar a los otros en copias de sí mismos imponiéndoles con temor su propia semejanza de egoísmo y falsedad. A lo largo de toda la historia y aún hoy constatamos la presencia de este tipo de guías ciegos que nivelan y etiquetan a toda costa.
  • El anuncio del evangelio está muy lejos de toda homologación de la vida y de la conciencia. El Evangelio no oprime el corazón ni achata la vida, sino que es camino de libertad fecunda y creativa en el amor salvador de Cristo. Evangelizar no es hacer proselitismo ni encajar en un molde a todo hombre; muy por el contrario, es llegar hasta la raíz más profunda de cada hombre, a su realidad más íntima y personal iluminándola y haciéndola portadora de vida nueva.


PARA DISCERNIR

  • ¿Manifiesto un espíritu farisaico en ciertas situaciones?
  • ¿En qué cosas exijo lo que no cumplo?
  • ¿Me aferro más a ley que al espíritu?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Cantemos un canto nuevo


LECTURA ESPIRITUAL

SERMÓN 106

Traductor: Pío de Luis Vizcaíno, OSA

La hipocresía de los fariseos1

1. Habéis oído en el santo evangelio cómo el Señor Jesús, con las palabras que dirigía a los fariseos, advertía a sus propios discípulos que no creyesen que la justicia se hallaba en la limpieza del cuerpo. Los fariseos, en efecto, se lavaban todos los días antes de comer, como si el lavado diario pudiera limpiar el corazón. Además, mostró cómo eran en realidad los fariseos. Lo decía quien los veía, quien miraba no solo los rostros, sino también su interior. Para que lo sepáis, el fariseo al que Cristo respondió, pensó algo dentro de sí, no lo expresó con la voz y, sin embargo, Jesús lo oyó. En su interior reprochó a Cristo el Señor el haber entrado al banquete sin lavarse. Él lo estaba pensando, Jesús le oía y, en consecuencia, le respondía. ¿Y qué le respondió? Ahora vosotros, fariseos, laváis la parte exterior de los platos, mas por dentro estáis llenos de hipocresía y rapiña2. ¡Qué forma de venir a una comida! ¿Cómo no perdonó al hombre que le invitó? Más correcto es decir que le perdonó al hacerle el reproche para perdonarle en el juicio, tras haberse corregido. Además, ¿qué nos manifestó a nosotros? Que también el bautismo, que se confiere solo una vez, purifica mediante la fe. Fe que está dentro, no fuera de nosotros. Por eso se dice y se lee en los Hechos de los Apóstoles: Purificando sus corazones por la fe3. También el apóstol Pedro habla de ese modo en una carta suya: Así —dice— os dejó una semejanza en el arca de Noé, de cómo solo ocho personas se salvaron mediante el agua. Y añade: De igual manera os salvará también a vosotros el bautismo; no se trata de limpiar las inmundicias de la carne, sino de la exigencia de una conciencia buena4. Los fariseos despreciaban esta exigencia de una conciencia buena, y lavando lo exterior, permanecían interiormente llenos de suciedad.

2. ¿Y qué les dijo después? No obstante, dad limosna y he aquí que todas las cosas serán puras para vosotros5. Se ha alabado la limosna; practicadla y experimentadlo. Pero atended un poquito. Eso lo dijo a los fariseos. Los fariseos eran judíos, algo así como los más excelentes de ellos, pues se llamaba fariseos a los más nobles y doctos. No habían sido lavados con el bautismo de Cristo: aún no habían creído en Cristo, el Hijo unigénito de Dios que caminaba en medio de ellos sin que le reconociesen. ¿Cómo, entonces, les dice: Dad limosna y así todas las cosas serán puras para vosotros? Con solo escucharle y dar limosnas, ya todas las cosas serían puras para ellos, según las palabras mismas de Jesús; ¿qué necesidad tenían de creer en él? Si, por el contrario, no podían ser purificados mas que creyendo en él, que purifica el corazón mediante la fe, ¿qué significa dad limosna y así todas las cosas serán puras para vosotros? Prestemos atención; quizá el mismo Señor nos lo expone.

Tras estas palabras de Jesús, sin duda pensaron los fariseos en las limosnas que daban. Pero ¿cómo las daban? Diezmaban todos sus bienes: de todos los frutos apartaban la décima parte y la donaban. Cosa que no hace fácilmente un cristiano cualquiera. He aquí lo que hacían los judíos. No solo con el trigo, sino también con el vino y el aceite. Y no solo con estas cosas, sino también, siguiendo el precepto divino, con otras despreciables: diezmaban el comino, la ruda, la menta y el eneldo, es decir, de todas estas cosas separaban la décima parte y daban limosnas6. Creo, pues, que pensaron en esto dentro de sí y creyeron que Cristo el Señor hablaba sin fundamento al dirigirse a ellos como si no hicieran limosna, siendo así que, conocedores de sus obras, sabían que diezmaban los frutos de hasta las cosas más diminutas e insignificantes y la daban. Y en su interior se mofaron de quien decía tales cosas como si hablase a hombres que no practicaban la limosna.

3. Sabiéndolo el Señor, añadió a continuación: Con todo, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, del comino, de la ruda y de todas las hortalizas!7. Para que lo sepáis, conozco vuestras limosnas. Es cierto; ésas son vuestras limosnas, ésos vuestros diezmos. Diezmáis incluso los frutos de vuestros productos más diminutos e insignificantes, pero habéis abandonado las cosas más importantes de la ley: el juicio y la caridad8. Prestad atención. Habéis abandonado el juicio y la caridad y dais el diezmo de las hortalizas. Eso no es hacer limosna. También conviene hacer esto —les dice—; pero no hay que omitir lo otro9. ¿Qué hay que hacer? El juicio y la caridad, la justicia y la misericordia, y no omitir lo otro. Haced aquello, pero anteponed esto.

4. Si las cosas están así, ¿por qué les dijo: haced limosna y así todas las demás cosas serán puras para vosotros?10. ¿Qué significa haced limosna? Practicad la misericordia. ¿Y qué es practicar la misericordia? Si lo entiendes, comienza por ti. ¿Cómo puedes ser misericordioso con otro, si eres cruel contigo? Dad limosna y todas las cosas serán puras para vosotros. Practicad la limosna auténtica. ¿Qué es la limosna? La misericordia. Escucha a la Escritura: Compadécete de tu alma agradando a Dios11. Practica la limosna: compadécete de tu alma agradando a Dios. Tu alma mendiga ante tus puertas; regresa a tu conciencia. Quienquiera que seas, si vives mal, si vives como un infiel, regresa a tu conciencia y allí encontrarás a tu alma pidiendo limosna; la encontrarás necesitada, pobre, hecha una piltrafa; quizá no la encuentres ni necesitada, sino muda a causa de su necesidad. En efecto, si mendiga, tiene hambre de justicia. Si encuentras así a tu alma —pues todo eso tiene lugar en tu corazón—, antes de otra cosa, practica con ella la limosna; dale pan. ¿Qué pan? Si el fariseo le hubiese preguntado, el Señor le hubiera dicho: «Da limosna a tu alma». Aunque él no lo entendió, de hecho, es lo que le dijo cuando les mencionó las limosnas que hacían y que ellos creían que él desconocía. Lo que les dijo fue: «Sé que hacéis limosnas; diezmáis la menta y el eneldo, la ruda y el comino, pero yo me refiero a otras limosnas. Despreciáis el juicio y la caridad». Da a tu alma una limosna de juicio y caridad. ¿Qué es el juicio? Mira y descúbrelo: desagrádate a ti mismo, pronuncia sentencia contra ti. ¿Y qué es la caridad? Ama al Señor Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y ama a tu prójimo como a ti mismo12. Así, tu primera misericordia ha sido para con tu alma en tu conciencia. Si pasas por alto esta limosna, da lo que quieras, regala cuanto te parezca bien, aparta de tus frutos no la décima parte, sino la mitad; da las nueve partes, reservándote solo una para ti; nada haces cuando contigo no lo haces y te comportas contigo mismo como un pobre. Alimenta tu alma para que no perezca de hambre. Dale pan. Pero ¿qué pan? —dice—. Él habla contigo. Si oyeses, entendieses y creyeses al Señor, él mismo te diría: Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo13. ¿No comenzarías dando este pan a tu alma, practicando así la limosna con ella? Por tanto, si crees, lo primero que debes hacer es alimentar tu alma. Cree en Cristo y quedará purificado cuanto hay dentro de ti, y lo que está fuera quedará también purificado. Vueltos al Señor...



PARA REZAR

Dios que quieres la vida del hombre:

Tú nos juzgas sobre el amor

Líbranos de buscar nuestra justificación

en leyes demasiado humanas,

tranquilizadores de conciencias

Ya que tu Hijo Jesús

resumió toda la Ley

en amarte a ti y a nuestros hermanos,

enséñanos a amar sin ningún tipo de cálculos,

y que tu salvación nos sea concedida

por añadidura,

En el nombre de tu Hijo Jesús,

Cristo, nuestro Señor.


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