Lecturas de hoy Viernes de la 16ª semana del Tiempo Ordinario
Lecturas de hoy Viernes de la 16ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 28 de julio de 2023
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (20,1-17):
En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.»
Palabra de Dios
Salmo del Día
Salmo 18
Señor, tú tienes palabras de vida eterna
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,18-23):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de hoy
Por el Padre Daniel Manzuc
Por Monseñor Munilla
PARA REFLEXIONAR
- La tercera etapa de la historia de la salvación la constituye la formación de Israel como pueblo peculiar, bajo la guía de Moisés.
- El decálogo que significa «las diez palabras» es un código en el que se recogen las cláusulas del pacto o alianza del Sinaí. Son las palabras que Israel ha de observar para ser pueblo «consagrado» y «propiedad escogida». Son revelación de Dios, y su objeto es prolongar, perpetuar la relación creada en el primer conocimiento, que es el de la liberación de la servidumbre.
- Es un sumario de diez preceptos absolutos. Presenta la misma estructura y distribución que los pactos de los hititas: tiene una introducción: «Yo soy el Señor, tu Dios»; un prólogo histórico: «que te saqué de Egipto, de la esclavitud»; las estipulaciones o cláusulas del pacto, la primera de carácter general y las restantes más particulares. El documento del pacto o de la alianza, en este caso las Tablas de la Ley, se depositaba y guardaba en el santuario.
- El decálogo contiene dos clases de preceptos: los que definen la actitud justa ante Dios y los que regulan el comportamiento con el prójimo formando un todo indivisible: no se responde a uno si no se responde igual al otro.
- En los primeros se exige reconocer como Dios, al único que se ha revelado salvador, que excluye la divinización de falsos dioses y las representaciones del Dios trascendente; prohíbe hacer uso vano de su nombre; manda recordarlo en la fiesta como creador y salvador. Los deberes para con Dios son liberadores: «nada» material merece nuestra adoración.
- En la segunda clase de preceptos se exige honor y respeto a la persona, comenzando por las que están cercanas desde el mismo momento del nacimiento: la familia; y así hasta incluir la gran familia humana. Se prohíbe toda forma de daño a la persona y a sus bienes, hasta con la intención. Dios está de parte del hombre y quiere liberarlo de todo lo que pueda destruir o atentar contra su vida y su desarrollo humano y social.
***
- Contemplamos a Dios como un agricultor bueno y magnánimo, que siembra a manos llenas. No ha sido avaro en la redención del hombre, sino que lo ha gastado todo en su propio Hijo Jesucristo, que como grano enterrado se ha convertido en vida y salvación nuestra, gracias a su Resurrección.
- La parábola del sembrador, es retomada para mostrar lo que sucede en el hombre desde la experiencia de la Palabra, que germina en la vida. Dios nos ofrece el don de su palabra, sin fijarse inicialmente qué tipo de terreno somos.
- La palabra se la compara con una semilla, porque es fuerza de vida que genera Vida en la vida de quien la recibe.
- Están los que no tienen el espacio suficiente para que ella haga su efecto, y entonces se pierde rápidamente. Hay otros oyentes distraídos, que no se dan al menos un espacio de silencio y oración para asimilar la Palabra, o más exactamente, para "comprenderla".
- Existen dos factores que impiden en la vida espiritual que el camino de asimilación y maduración sea siempre ascendente y provechoso: las preocupaciones del mundo, y el apego a las cosas que distraen el corazón de lo esencial.
- Por el contrario, se encuentran en situación de comprender la palabra los que le permiten un espacio en su vida, y se dejan confrontar por ella. Esto provoca una experiencia vital de la Palabra que, como semilla, germina en nosotros y está en condiciones de dar los frutos de vida nueva, de la cual es portadora.
- Nunca debemos olvidar que el éxito de la cosecha, no radica en nuestras estrategias humanas, sino en la iniciativa salvadora de Dios "rico en misericordia", y en la eficacia del Espíritu Santo, que puede transformar nuestras vidas; para que demos generosos frutos de caridad y de alegría contagiosa.
PARA DISCERNIR
- ¿Qué nos muestra la parábola del sembrador?
- ¿Con cuál de los cuatro tipos me identifico?
- ¿Qué decisiones necesito para dar fecundidad evangélica a mi vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Que te escuche, Señor, y me convierta
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Tú eres lo único que deseo, Señor: que ningún ídolo se interponga entre tú y yo: ni el ídolo de mi yo, sordo y ciego, ni el ídolo de la riqueza y del prestigio, sino que te reconozco a ti, y sólo a ti, como verdaderamente digno de ser servido, amado, adorado.
Purifica, Señor, mi corazón y mis labios para que nunca llegue a nombrarte sin respeto y veneración. Que nunca deshonre, con una conducta indigna de un hijo, tu santo nombre de Padre, que tu Hijo unigénito ha revelado y glorificado con la obediencia hasta la cruz.
Tuyo es el tiempo, oh eterno Creador: que toda mi existencia discurra en el único día que Cristo, al resucitar de la muerte, ha abierto sobre la cabeza del género humano. Y que el recuerdo de tus beneficios constituya la dulce fiesta de toda mi vida.
Toda paternidad y toda maternidad proceden de ti, oh Dios, fuente y plenitud de la vida: infunde en mí una profunda veneración y gratitud hacia todo el que, con santo temor y humildad, participa del poder generador de tu amor.
Que ningún pábulo de violencia, Señor, se insinúe en mis pensamientos, en mis sentimientos, en mis acciones dirigidas a los hombres mis hermanos. Haz que, viendo en ellos tu misma imagen, los trate con suma reverencia, sea cual sea su color y su condición. Si los matara, aunque sólo fuera en mi corazón con el rechazo o con la indiferencia, el grito de su angustia llegará, a tu rostro e infligiré un infinito dolor a tu corazón de Padre, que me verá más muerto que aquellos a quienes yo haya matado, un infinito dolor por la enormidad de mi pecado.
«No cometerás actos impuros». Este mandamiento nos sorprende hoy: ¿por qué no dejar a nuestra naturaleza que se desfogue libremente? No podemos olvidar que la malicia ha corrompido el corazón humano, que el amor ha degenerado en concupiscencia, la gratuidad en egoísmo posesivo.
Señor, que yo no robe tu gloria jactándome de lo que no es mérito mío; que no sustraiga a mis hermanos cuanto les has concedido para la vida física y moral: la estima, la libertad, el pan, la salud… Que goce yo más con su bien que con el mío, porque, teniéndote a ti, nada me falta.
Que toda mi conducta vital sea tal que refleje tu justicia y tu misericordia, Señor. Que la mentira o la ambigüedad nunca oscurezcan el espejo de mi conciencia.
Que mi corazón sea sencillo y puro, a fin de que también mi mirada se pose sobre todas las criaturas sin contaminarlas. Que todo yo vea tu luz, Señor, con el virginal candor de tu belleza.
Presérvame, Señor, de la codicia, del ansia de poseer y de gozar, de la envidia por los bienes de mi prójimo. Que mi corazón se encuentre de verdad allí donde está mi tesoro: Tú, sumo bien, nuestra eterna bienaventuranza.
A. M. Cánopi, Obediencia a la Palabra, Isola S. Julio. 2001
PARA REZAR
Alabanza sin fin
Quiero ensalzarte,
Rey mío y Dios mío,
y bendecir tu nombre para siempre.
Deseo bendecirte cada día
y cantarle a tu nombre para siempre.
Pues grande es el Señor,
digno de recibir toda alabanza,
y no puede medirse su grandeza.
Una generación le habla a otra
muy bien de tus hazañas,
le cuenta tus proezas,
Hablan de tu esplendor
y de la gloria de tu majestad,
nos refieren tus hechos milagrosos.
Nos cuentan el poder de tus prodigios,
nos narran tus grandezas.
Nos harán recordar tu gran bondad,
y anunciarán, alegres, tu justicia.
El Señor es clemente y compasivo,
lento para enojarse y lleno de bondad.
Bueno es el Señor para con todos,
y compasivo con todas sus obras.
El hace lo que quieren aquellos que lo temen
escucha su llamado y los salva.
Que mi boca recite en alta voz
la alabanza del Señor,
que todos los mortales
bendigan su santo nombre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Georgio Di Capitani