Lecturas de hoy Sábado de la 18ª semana del Tiempo Ordinario
Lecturas de hoy Sábado de la 18ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 7 de agosto de 2021
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (6,4-13):
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales. Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres -a Abrahán, Isaac y Jacob- que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido, casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado, comerás hasta hartarte. Pero, cuidado: no olvides al Señor que te sacó de Egipto, de la esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él sólo servirás, sólo en su nombre jurarás.»
Palabra de Dios
Salmo del Día
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía,
refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,14-20):
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: «Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo.»
Jesús contestó: «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Les contestó: «Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible.»
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de hoy
PARA REFLEXIONAR
- Nos encontramos hoy con el «Shemá Israel», «Escucha Israel», que es todavía hoy el comienzo de la oración cotidiana de los judíos fieles. Lo que Israel proclama directamente en esta fórmula, es que no reconoce divinidad ni deidad fuera de su Dios. Es núcleo de la piedad personal y litúrgica que se ha mantenido a lo largo de su historia.
- Esta confesión de fe no proclama un concepto filosófico de Dios, sino el fruto de la experiencia de todo un pueblo: fuera de Yahvé, ningún dios se ha mostrado capaz de salvar. El que se le ha revelado como Dios lo ha liberado de la opresión de todos los ídolos del mundo. El "amarás" es la respuesta adecuada ante el que se ha revelado como Dios.
- Y frente a este carácter excepcional de Yahvé, se le pide a Israel lo que se condensa en este precepto: «Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo el corazón». Se trata de un único precepto que unifica la vida entera. El Deuteronomio encontró el término "amar" como el más feliz de todos, porque expresa la entrega total del ser y nunca admite un alto o un repliegue.
- Esa actitud de amor ante el Dios único no admite componendas ni vacilaciones. Hay que grabar en la memoria tanto el "Dios es solamente uno" como el "amarás", llevarlo en la lengua, repetirlo, anunciarlo en todo momento a los hijos, escribirlo en el propio cuerpo y en los lugares visibles de la casa.
- Esta respuesta de amor incluye la obligación de servirlo y cumplir sus preceptos; pero excluye el temor de esclavo: la alianza con Dios capacita al pueblo para servirlo y amarlo. Este precepto del "único Dios", llega hasta lo más profundo del creyente: «se lo ama con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas...». Es una actitud que no admite límites ni postergaciones. Porque echa sus raíces en lo más íntimo del creyente, brota luego hacia el exterior y se manifiesta en el cumplimiento fiel de cuanto dispone Yahvé. La actitud que brota de la obligación de recordar este precepto básico no excluye ninguna actividad humana: «en casa y yendo de camino, acostado y levantado».
- Es para toda la vida, se da en el momento presente y se despliega hacia el futuro, porque deberán inculcarla a los hijos y de ese modo se formará una cadena viva que hará presente en cada generación las maravillas del pasado.
- En tiempos de Jesús, el Shemá es el compendio de la piedad judía: «Este es el mandamiento principal y el primero» (Mt. 22,37s). Jesús lo reafirma y lo amplía al prójimo: si entramos en alianza con Dios sentiremos que todos los hombres son hermanos nuestros.
***
- Al bajar del monte, después de la escena de la transfiguración, Jesús se encuentra con un grupo de sus apóstoles que no han sido capaces de curar a un epiléptico.
- El padre del enfermo ha clamado por la curación de su hijo que tiene epilepsia y con los ataques se lastima. Se lo ha traído a los discípulos y no han podido curarlo.
- Mateo, atribuye dicha imposibilidad de los discípulos de curar, a su incredulidad, porque no tienen ni un mínimo de fe, del tamaño de un grano de mostaza. Todavía en sus corazones late la creencia de que el mesianismo que trae Jesús, es temporal y político. No han entrado en la dinámica del reino. La intención de Jesús no es llamar la atención de los discípulos sobre la debilidad de su fe, sino de remitirlos al poder incomparable de Dios, lejano a toda fuerza y poder humano.
- Cuando Jesús se encontraba con una fe verdadera, le atribuía los milagros que realizaba: "tu fe te ha salvado", así como cuando no encontraba fe "estaba admirado de la incredulidad y no pudo hacer muchos milagros ahí".
- El que cura es Cristo Jesús. Pero sólo se podrá servir de nosotros, si somos «fieles y creyentes conductores» de su fuerza liberadora. Tiempo después, purificada su fe de toda "perversión", Pedro en nombre de Jesús podrá curar al paralítico del Templo.
- Tener fe no es cruzarse de brazos y dejar que trabaje Dios. Es trabajar no buscándonos a nosotros mismos, sino a Dios, motivados por Él, apoyados en su gracia. La fe lejos de ser una resignación pasiva, nos urge a la acción, de ese modo obra en mí y en el mundo lo inesperado del bien que creo, lo nuevo del amor que transforma.
PARA DISCERNIR
- ¿La presencia del mal me paraliza?
- ¿Cómo ilumina la fe el misterio del mal en mi vida y en la vida del mundo?
- ¿Me resigno con facilidad a que las cosas sean?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Señor aumenta mi fe
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
¡Tengo fe, pero dudo, ayúdame (Mc 9,24)
...«Señor, aumenta mi fe» (Lc 17,5). Meditemos las palabras de Cristo y digámonos: si no permitiéramos que nuestra fe se entibiara e incluso se enfriara, que perdiera su fuerza mariposeando nuestros pensamientos sobre cosas fútiles, dejaríamos de conceder importancia a las cosas de este mundo y recogeríamos nuestra fe en un rinconcito de nuestra alma.
Como el grano de mostaza la sembraríamos en el jardín de nuestro corazón, después de haber arrancado de él todas las malas hierbas, y el grano crecería. Con una firme confianza en la palabra de Dios quitaríamos de nosotros una montaña de aflicciones, mientras que, si nuestra fe es vacilante, no desplazará ni tan sólo una topinera. Para acabar esta conversación os diré que, puesto que toda confortación espiritual supone una base de fe, y que sólo Dios la puede dar, no debemos dejar nunca de pedírsela...
Santo Tomás Moro (1478-1535), hombre de estado inglés, mártir - Diálogo del consuelo con la tribulación
PARA REZAR
Dios de amor, Padre de misericordia.
Mírame en esta circunstancia difícil
en que se encuentra mi vida
y ten compasión de mí.
Confiadamente acudo a ti,
pues sé que eres Dios de bondad
y manantial de amor.
Acepto tus insondables designios,
aunque no los comprenda.
Me abrazo a ellos con aquel fervor
y generosidad con que Cristo aceptó
el misterio del dolor en su vida.
Humildemente te pido, me des
la gracia de superar esta situación difícil
en este momento de mi existencia
y que esta prueba lejos de separarme de ti
me haga experimentar con mayor plenitud
la omnipotencia de tu amor,
que santifica y salva. Amén.