Lecturas de hoy Sábado de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

15.01.2022

Lecturas de hoy Sábado de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, sábado, 15 de enero de 2022

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (9,1-4.17-19; 10,1a):
Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición. Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl: «Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras.»
Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamin, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó: «Ése es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo: «Haz el favor de decirme dónde está la casa del vidente.»
Samuel le respondió: «Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas.»
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: «El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.»
Palabra de Dios


Salmo del Día

Salmo 20

Señor, el rey se alegra por tu fuerza

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. 

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. 

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia. 


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,13-17):
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy



PARA REFLEXIONAR

  • La mayoría de los pueblos de la antigüedad consideraban al rey como un dios. Para Israel será un instrumento de Yahvé, único Dios verdadero. Conforme al pedido de los ancianos y del pueblo, Israel tendrá un «Rey». Samuel se pliega a las decisiones de los hombres.
  • Pero, a la vez que concede a los hombres el sistema político que reclaman, dejándoles la responsabilidad, Dios se encargará de demostrarles que Él es el único rey; previniéndoles de poner una confianza demasiado absoluta en un rey humano. Saúl, no llegará a fundar una dinastía; no tendrá ningún hijo para sucederle.
  • Aparece una vez más, el tema, tan reiterado en la Biblia: la libertad de Dios, manifestada en su predilección por los pequeños.
  • Saúl se asombra de haber sido elegido rey, ya que pertenecía a la menor de todas las familias de la tribu de Benjamín, que había sido casi exterminada. El joven Saúl no aspiraba a una dignidad tan alta.
  • Samuel unge a Saúl como rey. La unción era el símbolo religioso para transmitir a una persona la ayuda y la fuerza de Dios. Como el aceite penetra en los poros de la piel, así Dios penetra para dar su fortaleza y su Espíritu, a los que ha elegido para una misión.
  • Este joven parecía dotado de cualidades: era de buen aspecto, alto y parecía lo que el pueblo podía necesitar, sobre todo en la lucha contra los filisteos; pero no fue precisamente un gran rey, aparece lleno de complejos, celos, iras y depresiones.
  • Dios sigue llamando en las circunstancias familiares y sociales de cada época y se sirve de pequeños acontecimientos, o de palabras que parecen intrascendentes. Todo depende de cómo sepamos responder y si alguien nos ayuda y nos guía en el reconocimiento de la voz de Dios, y en la maduración de nuestras posibilidades.

***

  • Roma había organizado sistemáticamente la recaudación de impuestos y tarifas. Un procedimiento ordinario era poner a un recaudador con un grupo de soldados, a la entrada de las ciudades, para cobrar las tarifas de las mercancías que entraban o salían de la ciudad.
  • Jesús salió de nuevo a orillas del mar y les enseñaba. Esta vez, al pasar, Jesús vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de la Aduana y le dijo: «Sígueme». El quinto discípulo a quien Jesús llama es un «cobrador de impuestos, un aduanero, un encargado de recaudación pública de Cafarnaúm.
  • Este hombre se levantó y lo siguió. Con estos dos verbos queda expresada la ruptura de Leví a su habitual estilo de vida, con su pasado de injusticia para seguir a Jesús. Al atardecer Jesús se sienta a la mesa en casa de Mateo y muchos publicanos y pecadores estaban recostados con «El y sus discípulos». El hecho de que en la comunidad estén juntos los discípulos judíos, gente sin religión, recaudadores, descreídos, pecadores conside­rados impuros y que están religiosamente discriminados, provoca la protesta de los maestros de la Ley, que pretenden mostrar a los discípulos lo impropio de la conducta de su Maestro.
  • Los escribas del partido de los fariseos se escandalizan porque Jesús no sólo se atrevía a perdonar pecados; sino que ahora llama a publicanos y además come con ellos. El «grupo de los fariseos» dedicados al conocimiento de la ley y de la tradición, para promover su estricto cumplimiento, insistían en la gravedad de frecuentar a ciertas personas para no comprometer su pureza legal.
  • Jesús no se deja llevar por las clasificaciones corrientes que en su época originaban la marginación de tantos hombres; y ante la reacción de los fariseos, encerrados en su autosuficiencia y convencidos de ser los perfectos, su palabra es clara y firme: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos porque no he venido a llamar a los «justos», sino a los «pecadores».
  • La casa de Mateo se convierte en figura de la nueva comunidad del Reino, compuesta de dos grupos: el de los discípulos, al que pertenecen los primeros llamados, que procedían del judaísmo, y el grupo de los otros seguidores, muy numero­sos, que no proceden de Israel. El centro de la nueva comunidad es Jesús; su espíritu es la unión, amistad y alegría propias de un banquete.
  • Para el discípulo, en esta lección, queda retratado el amor misericordioso de Dios, manifestado en Cristo Jesús. Llamando a "pecadores", a los débiles y los enfermos, Jesús revela al Dios gratuito de aquellos que no lo pueden comprar.
  • Cristo nos ha venido a salvar a nosotros y no nos acepta porque somos perfectos, sino que nos recibe y nos llama a pesar de nuestras debilidades y de la fama que podamos tener. Siempre está latente la tentación de tener los ojos muy abiertos a los defectos de los demás y cerrados a los nuestros. Ubicarnos como jueces y criticar. Vivir la Buena Nueva del reino significa, como Jesús, saber comprender, tolerar, dar un voto de confianza, aceptar a las personas como son y no como quisiéramos que fueran, para ayudarlos a dar pasos adelante, transformando sus vidas. Nos llama: no por nuestros méritos sino por su gran misericordia; y esto no tiene precio porque es de infinito valor.


PARA DISCERNIR

  • ¿Miramos a los demás con nuevos ojos, después de ver y escuchar a Jesús sentado a la mesa con los pecadores y los publicanos?
  • ¿Estamos dispuestos a estrechar la mano de los más extraños, los más lejanos, los despreciados y segregados de nuestra sociedad?
  • ¿Cuál es mi actitud frente a los pecadores? ¿Me repito a mí mismo la palabra de Jesús?


REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA

Me llamas Señor y te sigo


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos»

..."Dice el apóstol Pablo: «Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo» (Col 3, 9-10)... Ésta ha sido la obra que Cristo llevó a cabo llamando a Leví; le ha devuelto su verdadero rostro y ha hecho de él un hombre nuevo. Es también por este título de hombre nuevo que el antiguo publicano ofrece a Cristo un banquete, porque Cristo se complace en él y merece tener su parte de felicidad estando con Cristo... Desde aquel momento le siguió feliz, alegre, desbordante de gozo.

«Ya no me comporto como un publicano, decía; ya no soy el viejo Leví; me he despojado de Leví revistiéndome de Cristo. Huyó de mi vida primera; sólo quiero seguirte a ti, Señor Jesús, que curas mis heridas. ¿Quién me separará del amor de Dios que hay en ti? ¿la tribulación? ¿la angustia? ¿el hambre? (Rm 8,35). Estoy unido a ti por la fe como si fuera con clavos, me has sujetado con las buenas trabas del amor. Todos tus mandatos serán como un cauterio que llevaré aplicado sobre mi herida; el remedio muerde, pero quita la infección de la úlcera. Corta, Señor, con tu espada poderosa la podredumbre de mis pecados; ven pronto a cortar las pasiones escondidas, secretas, variadas. Purifica cualquier infección con el baño nuevo.

«Escuchadme, hombres pegados a la tierra, los que tenéis el pensamiento embotado por vuestros pecados. También yo, Leví, estaba herido por pasiones semejantes. Pero he encontrado a un médico que habita en el cielo y que derrama sus remedios sobre la tierra. Sólo él puede curar mis heridas porque él no tiene esas heridas; sólo él puede quitar al corazón su dolor y al alma su languidez, porque conoce todo lo que está escondido"...

San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia - Comentario a Lucas, 5, 23.27


PARA REZAR

Señor, el día empieza.
Como siempre, postrados a tus pies,
la luz del día queremos esperar.
Eres la fuerza
que tenemos los débiles, nosotros.
Padre nuestro
que en los cielos estás,
haz a los hombres iguales;
que ninguno se avergüence de los demás;
que todos al que gime den consuelo;
que todos al que sufre del hambre la tortura,
le regalen en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás;
que nunca emerjan
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.
Luz, Señor,
que ilumine las campiñas y las ciudades;
que a los hombres todos,
en sus destellos mágicos,
envuelva luz inmortal;
Señor, luz de los cielos,
fuente del amor y causa de la vida.

Liturgia de las Horas


Calendario