Lecturas de hoy Miercoles de la Octava de Pascua

12.04.2023

Lecturas de hoy Miercoles de la Octava de Pascua

Hoy, miércoles, 12 de abril de 2023

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3,1-10):
En aquellos días, Pedro y Juan subían al tempo, a la oración de la hora nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo:
«Míranos».
Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo:
«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda».
Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.
Palabra de Dios


Salmo del Día

Salmo 104

Que se alegren los que buscan al Señor

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas todos los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. 

Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. 

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. 

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. 


Secuencia
(Opcional)
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):
Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».
Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy

Por el Padre Daniel Manzuc


Por Monseñor Munilla



PARA REFLEXIONAR

  • Durante algún tiempo, los discípulos continuaron siendo fieles a la liturgia del Templo. Eran hombres del Templo. No comprendieron enseguida el alcance sacerdotal y sacrificial de la muerte de Jesús y del rito del pan y del vino.
  • Pedro y Juan suben al templo a la hora nona, la hora del sacrificio de la tarde. Un hombre tullido que todos los días llevan y ponen en la puerta del Templo como si fuera un objeto, se les atraviesa en el camino y les cambia el programa. El tullido representa también al pueblo de Israel, que está inmovilizado por la práctica de la ley y por el Templo. Este pobre mira a Pedro quien responde fijando también en él la mirada.
  • Pedro sólo puede darle la fuerza del Resucitado y su Espíritu. Con esta fuerza ordena al tullido que camine y le da la mano. En ese momento, cobran fuerza sus pies y tobillos, de un salto se pone de pie, y caminando, entra con ellos en el Templo andando, saltando y alabando. La liberación del tullido es una verdadera resurrección.
  • Los Apóstoles, como continuadores de Jesús, son los depositarios de su poder taumatúrgico. La acción de Jesús no terminó con su muerte: Dios continúa actuando a través de su presencia misteriosa en su Iglesia.
  • La fuerza salvadora que brotaba de Jesús curando a los enfermos y resucitando a los muertos, es ahora energía pascual que sigue activa: el Resucitado está presente, aunque invisible, y actúa a través de su comunidad que es enviada a «proclamar el Reino de Dios y a curar».

***

  • Lucas escoge dos personas de Emaús que habían escuchado a Jesús y lo habían visto actuar, para que sean los que se encuentran con el Señor resucitado. Aparentemente no formaban parte del grupo de los más allegados, pero serán los que anunciarán al grupo de discípulos de Jesús que ha resucitado y vive.
  • El viernes último, en la cruz, todo parece haber terminado. No reconocen al caminante que se les une. Sus ojos estaban ciegos. Se ha desmoronado su fe. No creen en la resurrección, a pesar de que algunas mujeres dijeron que han visto el sepulcro vacío.
  • Jesús deja que hablen, que se desahoguen, no se da a conocer enseguida. Después les explica las Escrituras, se hunde en las raíces de la vida del pueblo de Dios para demostrarles que esto ya estaba anunciado. Los quiere llevar a «reconocerlo» haciéndolos tomar contacto, profundamente, desde el corazón, con las Escrituras, con la Palabra de Dios que es siempre viva.
  • Jesús hace camino con ellos y recorre a su lado la senda interior que lleva de la oscuridad a la luz y de la desolación a la esperanza.
  • Con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. En ese momento, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Aquí se produce el segundo reconocimiento. En la fracción del pan reconocen vivo a Jesús. Es el cambio que ha suscitado en ellos la fuerza del resucitado. Ahora son hombres nuevos, capaces de partir y compartir la vida, el alimento, la amistad y el trabajo por un mundo más justo y humano.
  • En ese momento se dieron cuenta que la muerte del maestro no había podido apagar el ardor inicial de sus corazones, sino que desde ese mismo instante no valió otra cosa, sino la experiencia del Jesús resucitado. Comulgaron con el «Cuerpo de Cristo» y en el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén.
  • Nadie puede quedarse quieto en su sitio contemplando a Cristo resucitado: Hay que ponerse en camino y marchar hacia los hermanos. El viaje de vuelta es exactamente lo contrario. Pascua no es un recuerdo. Es curación, salvación y vida, hoy y aquí para nosotros, que el Señor Resucitado nos comunica a través de su Iglesia, cuando proclama la Palabra salvadora y celebra sus sacramentos, en especial la Eucaristía.
  • La Pascua no es para los perfectos: fue Pascua también para el paralítico del templo y para los discípulos desanimados de Emaús. También nosotros podemos experimentar alguna vez la parálisis del mendigo y la desesperanza de los dos discípulos, que la Pascua del Señor Resucitado quiere curar.
  • Cristo Resucitado sigue haciendo camino con su pueblo y con todos los pueblos, y siempre hace ademán de seguir adelante. Jesucristo vive la comunión con el Padre Dios y también la vive con la humanidad, compartiendo con nosotros nuestros gozos y esperanzas, nuestras tristezas y angustias. Se hace compañero del hombre para darle sentido a su caminar por la vida; ilumina los acontecimientos con su Palabra y comparte su Pan.
  • Como Iglesia de Cristo debemos reunirnos para escuchar al Maestro y para partir y compartir el Pan de Vida y ponernos en camino junto al hombre que sufre, para devolverle la paz y la esperanza, con palabras que hagan arder en amor su corazón y también partiendo el pan de la propia vida para que se mitigue, por lo menos un poco, el hambre de alimento, de amor, de comprensión, de alegría, de paz.
  • El camino de Emaús, es muchas veces el camino de ida de muchos hombres, que con nuestra ayuda, debe ser de vuelta desde la oscuridad hacia la fe.


PARA DISCERNIR

  • ¿Las dificultades me impiden descubrir el rostro del resucitado?
  • ¿Experimento cómo la palabra ayuda a poner luz en mis experiencias de dolor?
  • ¿Es la eucaristía encuentro con el cuerpo de Jesús que me regala su vida de resucitado?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

No tengo plata ni oro, pero ¡en nombre de Jesús, echa a andar!


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…La segunda lección que les impartirá Jesús será con hechos. Pero antes ha sido preciso que ellos diesen señales de vida: «Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día va ya de caída» (24,29). Han acogido al hombre, sin saber que era Jesús. Este ha hecho ademán de seguir adelante (24,28), para que fuesen ellos quienes tomasen la iniciativa de darle acogida. Tienen que hacerse «prójimos», acercándose a las necesidades humanas y compartiendo lo que tienen. «Y sucedió que, estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo ofreció» (24,30). Jesús les da la misma señal que les había dado en la escena del compartir los panes (9,16) y que los llevó a reconocerlo como Mesías (9,18-20). Se dan cuenta de que es él en la acción de compartir el pan (24,35) para que comiera de él todo Israel. Lo sienten viviente, como cuando «estaban en ascuas mientras les hablaba por el camino» (24,32).

Palabra y gesto: si queremos comprender el plan de Dios, debe­mos habituarnos también nosotros a compartir, como Jesús se entregó a sí mismo en un acto supremo de donación (22,19) y lo significó mediante la «partición del pan». Mientras vayamos en busca de una iglesia triunfante, bien considerada y aplaudida por los poderosos, mientras confiemos en los grandes medios de comunicación como formas de evangelización, por el estilo de los carismáticos evangelistas que dominan las televisiones americanas, remaremos contra corriente y no descubriremos nunca a Jesús en la pequeña, pobre e insignificante historia de los hombres y mujeres que nos rodean o que se nos acercan…

Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991


PARA REZAR

Emaús

Te damos gracias, Señor, Dios nuestro

se alegra nuestro corazón

porque nos libras de las ataduras de la muerte

y nos enseñas el camino de la vida.

Como aquellos discípulos de Emaús,

también nosotros vivíamos como ciegos, sin rumbo ni esperanza,

cansados de vivir y de hacer proyectos vanos inútiles,

desanimados porque los obstáculos destruían nuestros proyectos.

Pero hoy nos ha llegado la fuerza del Espíritu.

Hoy sentimos en nosotros el fuego de la presencia de Cristo,

hoy abrimos los ojos del Espíritu.

Descubrimos que Cristo está presente dentro de nosotros

en la comunidad, en los pobres, en cada hermano nuestro,

y también en este preciso momento que hacemos oración.

Que arda nuestro corazón al contacto de tu Palabra viva,

que sintamos la alegría de llamarnos y de ser cristianos,

que seamos los mensajeros de la esperanza,

que seamos testigos de una nueva primavera en el mundo,

esa que tanto necesitamos respirar.

Santos Benetti


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