Lecturas de hoy Miércoles de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

20.10.2021

Lecturas de hoy Miércoles de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, miércoles, 20 de octubre de 2021

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,12-18):
Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pues, ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia? Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.
Palabra de Dios


Salmo del Día

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. 

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. 

Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador;
la trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. 


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,39-48):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy


PARA REFLEXIONAR

  • Pablo llega a considerar el cuerpo humano como el templo del Espíritu Santo, miembro de Cristo, símbolo de la Iglesia; y exhorta por lo tanto a que no reine el pecado en nuestro cuerpo mortal, obedeciendo a sus concupiscencias.
  • El cuerpo ha de estar sin pecado, santificado hasta constituir una ofrenda sagrada digna del Altísimo.
  • Habiendo sido, por gracia, justificado por Cristo, el creyente es un hombre nuevo que tiene que poner todo su ser al servicio de esta «justicia» que Dios ha concedido gratuitamente. San Pablo no dice: «hagan obras buenas para ser justos» porque ésta sería la doctrina farisaica judía, sino que, porque «somos justos, tenemos que vivir según esta justicia».
  • Así, lo que rige la vida del cristiano, es el dinamismo interior de la fe. El hombre llega a ser justo, primero y esencialmente en virtud de la «acción de Dios» en él, que se ha de recibir por la fe, pero que Dios mismo opera en lo íntimo de su ser.
  • La condición humana se expresará en el dilema de hacemos esclavos del pecado o hacernos, libremente, esclavos de Dios. Toda la vida cristiana consiste en esta elección. Someterse a Dios, es la única verdadera libertad. El que ama se ajusta espontáneamente a la voluntad de aquel a quien ama.
  • La obediencia a Cristo nos lleva a la Vida. La obediencia al pecado nos lleva a la muerte. No podemos servir, al mismo tiempo, a Dios y al demonio. No podemos decir que permanecemos en la gracia, si al mismo tiempo, vivimos pecando. Quienes viven pecando no conocen ni tienen con ellos a Dios. Los que tenemos a Dios por Padre, nos hemos de comportar a la altura de nuestro ser de hijos de Dios, llevando una vida intachable y justa a los ojos del Señor.

***

  • Estas parábolas nos muestran que el tiempo de la espera es tiempo de servicio. El reino se refleja de forma decisiva en el hoy de nuestra vida. La primera parábola denuncia la actitud de Israel de haberse confiado demasiado en su condición de pueblo elegido y no asumir los compromisos que implicaban ser el pueblo de la alianza.
  • Pedro, con su pregunta, pone de manifiesto que quizá en su interior se sentía muy seguro del Reino. Ya no tenía nada que temer dado que había sido elegido responsable. La respuesta de Jesús aclara que cuanto mayor es la responsabilidad, tanto más serán también las cuentas a rendir.
  • La segunda parábola es otra denuncia contra la actitud obstinada de Israel que no se mantuvo despierto luchando diariamente por hacer posible el proyecto de Dios.
  • El llamado a la vigilancia va dirigido especialmente a los responsables de la comunidad, que tienen el encargo especial de velar por el rebaño. La tentación típica al tardar el Señor, es la de olvidarse de que sólo se es administrador, y actuar como si se fuera dueño buscando caprichosamente el propio interés, explotando al rebaño y apacentándose a sí mismos.
  • El papel esencial del administrador es «dar a cada uno el alimento a sus horas», para lo cual es necesario vivir una doble fidelidad: al amo y la comunidad. Fidelidad que es posible cuando se valora la gracia que se nos ha confiado y estamos atentos a las necesidades de aquellos que nos fueron encomendados. Si bien el administrador ha recibido mayores responsabilidades, también ha recibido los dones para poder llevarlas a cabo.
  • Unida a su Señor, la Iglesia está llamada a ser un signo visible del amor del Padre por la humanidad. Somos llamados a la vida para algo, y ese algo es tan importante, que de él depende la plenitud de vida de los hombres que comparten nuestra historia.
  • Llenos de todo, en una carrera muchas veces sin rumbo, por superficialidad o por falsa humildad, los hombres dejamos de preguntarnos ¿qué espera el mundo de nosotros? La vida espera algo de nosotros y tenemos una misión en este mundo que lleva nuestro nombre y nadie más puede hacer. Si no la hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Tenemos que descubrir cuál es nuestro camino y cuál es nuestra misión para que nuestra vida cobre sentido. El modo desde el cual llegará la salvación, tomará el matiz que le imponga cada vida particular, que haya aceptado la invitación del Señor.
  • Dios pone en nuestras manos su Vida y su Palabra. Aceptarlo es entrar en comunión con su propio Hijo y hacer nuestra, tanto la vida, como la misión del Enviado del Padre, continuando su obra de salvación en favor de los hombres de nuestro tiempo, aún cuando en ese empeño tengamos que entregar nuestra propia vida.
  • ...»La conciencia de ser administradores y no dueños de lo que se nos ha encomendado debe llevarnos a concebir nuestra libertad en términos de responsabilidad»... Saint Exupery


PARA DISCERNIR

  • ¿Soy consciente de los dones recibidos?
  • ¿Cómo vivo mi fidelidad al don recibido y a las necesidades de mis hermanos?
  • ¿Qué noto que se me pide?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Quiero ser un servidor


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

...»La educación progresiva de nuestro pensamiento cristiano y su correlativo obrar (en proporción al estado y a la llamada recibida por cada uno) con respecto a todos los grandes problemas de la vida y de la historia, tiene que ver con lo que podríamos llamar la «sabiduría de la praxis». Esta última consiste sobre todo en la adquisición de hábitos virtuosos: unos hábitos que son necesarios todos ellos no sólo para actuar, sino también y en primer lugar para pensar correcta y exhaustivamente sobre los juicios y las consiguientes acciones que puedan exigir los problemas de las vicisitudes de la vida individual, familiar, social, política e internacional que el hoy presenta a la conciencia de cada uno y de la comunidad cristiana.

Es preciso reconocer que los resultados poco brillantes de las experiencias de los cristianos en la vida social y política no se deben tanto a la malicia de los adversarios, ni tampoco únicamente a las propias deficiencias culturales, como sobre todo a deficiencias de los hábitos virtuosos adecuados, y no sólo en el sentido de carencias de las dotes sapienciales necesarias para ver las direcciones concretas de la acción social y política. Justamente, creo que la causa de muchos fracasos ha sido, en primer lugar, la falta de sabiduría de la praxis: esa sabiduría que -supuestas las esenciales premisas teologales de la fe, la esperanza y el amor cristiano- requiere además un delicadísimo equilibrio de probada prudencia y de fortaleza magnánima; de luminosa templanza afinada justicia, tanto individual como política; de humildad y sincera y de mansa, aunque real, independencia en el juicio; de sumisión y, al mismo tiempo, deseo veraz de unidad, aunque también de espíritu de iniciativa y sentido de la propia responsabilidad; de capacidad deresistencia y, al mismo tiempo, mansedumbre evangélica»...

G. Dossetti, La palabra y el silencio, Bolonia 1997, p. 93.


PARA REZAR

Me da miedo, Señor, decirte «Sí»

Me da miedo, Señor, decirte «sí»,
porque... ¿a dónde me vas a llevar?
Me da miedo de que me toque la «gran suerte».
Me da miedo firmar un acuerdo sin leerlo.
Me da miedo un «sí» que luego trae muchos «síes»...
Me da miedo poner mi mano en la tuya
porque... no me la vas a soltar.
Me da miedo mirarte a los ojos
porque me vas a hipnotizar.
Me da miedo lo que me vas a exigir
porque eres un Dios muy insistente...

Michel Quoist

Calendario