Lecturas de hoy Jueves de la 23ª semana del Tiempo Ordinario

09.09.2021

Lecturas de hoy Jueves de la 23ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, jueves, 9 de septiembre de 2021

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-17):
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios


Salmo del Día

Salmo 150

Todo ser que alienta alabe al Señor

Alabad al Señor en su templo,
Alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. 

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. 

Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. 


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,27-38):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy


PARA REFLEXIONAR

  • Concluimos la lectura de la carta a los Colosenses, con un fuerte programa de vida cristiana que Pablo les presenta a ellos y también a nosotros.
  • Pablo utiliza esta vez la imagen de la vestidura, para mostrar, sobre todo, las relaciones de unos con otros en la vida de la comunidad: "la misericordia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el amor, la paz".
  • Es un programa elevado, pero concreto. Con respecto a Dios: ante todo la escucha de su Palabra, con una actitud de acción de gracias, con nuestra oración y, sobre todo, en la misma vida. Con relación a los hermanos: usar misericordia, ser comprensivos, amables, "sobrellevarnos mutuamente y perdonarnos cuando alguno tenga quejas contra otro". La razón es convincente: "el Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo".
  • En el cuadro que nos presenta no aparecen cosas difíciles de entender, pero implica organizar nuestro día y nuestras actividades en clave de vida cristiana. Pablo apunta a una propuesta fuerte para que vayamos madurando en la vida de fe, con la consigna de que en esta maduración nos debemos ayudar fraternalmente.
  • Como Iglesia de Dios, estamos llamados a reflejar con nuestras buenas obras que el Señor no sólo está en medio de nosotros, sino que habita como huésped en el corazón de los creyentes. Por eso hemos de vivir a la altura de la fe recibida, de tal forma que seamos un vivo reflejo del Señor en medio del mundo.

***

  • Este pasaje se sitúa en el centro mismo del evangelio de Jesús, descubriendo el sentido de Dios y de la vida humana. Esta segunda parte del discurso del llano va orientada a todo el pueblo y está estructurado en dos partes.
  • Primero, trata del amor a los enemigos y después hace una invitación a no condenar a nadie. Jesús invita a todos a un amor generoso y universal, a fin de llegar a asemejarnos al Padre del cielo. El hombre que se abre al amor se vuelve generoso como el Dios de la creación. Frente a cualquier reduccionismo o ideología, el Evangelio ofrece un claro y desafiante proyecto: "Amar a los enemigos".
  • A la idea jurídica de recompensa, Lucas sustituye la de "agradecimiento". Mientras que en el mundo griego el amor consistía en la búsqueda de la plenitud personal, en el cristianismo consiste en el sacrificio y en la entrega de la propia vida por los demás, teniendo como modelo el amor, la entrega y sacrificio de Jesús. Dios es el Padre de Jesús, que ama de tal forma a la humanidad que se entrega en la persona de su Hijo, se sacrifica en el intento de salvarnos.
  • Es un amor que busca el camino del diálogo, de la tolerancia, que no responde con agresión porque sabe que ni la violencia ni la venganza, es la medida con la que Dios juzga al mundo. Sólo el reconocimiento del enemigo como persona, como ser humano puede llevar a responder desde la misericordia de Dios, a la maldad ajena.
  • Amar a quien nos odia es la medida del verdadero amor. Porque quién sólo ama a quien le retribuye con los mismos sentimientos, no sobrepasa la medida del amor egoísta. Beneficiar a quien nos causa daño, bendecir al que nos maldice, y ser generosos con los egoístas, invierte la lógica del mundo. Esta manera de actuar no nace de la ingenuidad, sino de la conciencia de que el Hombre Nuevo es superior a cualquier mezquindad.
  • Jesús no sólo pide que seamos buenos o que mejoremos nuestro modo de ser, nos pide que nos abramos a Dios y cambiemos la mediocridad de nuestro egoísmo por la grandeza de la generosidad.
  • Los discípulos deben ser reconocibles por el amor. Un amor que Jesús no concibe como un simple sentimiento, sino como una actitud que tiene la raíz existencial en la paternidad de Dios. Por el amor, Dios reconoce al hombre como hijo suyo y el hombre se reconoce hijo de Dios. El premio del que habla Jesús es experimentar a Dios como Padre.
  • Es el Padre quien da sentido y coherencia a la vida de los hermanos. Sólo así tiene sentido que podamos y tengamos que amar a todo hombre, que no es nada más ni nada menos que un hermano mío.
  • Sólo a un hermano se lo comprende, se lo acepta, se lo soporta, no se lo juzga, no se lo condena, se lo corrige, se lo espera, se lo perdona.
  • Las relaciones con el prójimo son vistas desde la perspectiva de la misericordia. El discípulo no es aquel que tiene el oficio de condenar, sino la tarea de ser bondadoso y compasivo; es aquel que, como el Padre del cielo, otorga misericordia y encuentra el gozo en la entrega y el amor.
  • El seguimiento de Jesucristo no se trata en absoluto de reproducir materialmente una u otra actitud, sino de mirar la realidad como El lo ha hecho, estar disponible como El ante el acontecimiento. Se trata no de reproducir sino de inventar, ya que cada acontecimiento es siempre nuevo y único, por lo tanto el discípulo tratará de que su respuesta esté a la altura del acontecimiento.
  • El amor al enemigo no es un dato marginal, sino el sentido y centro del amor de los cristianos. Sólo cuando se da sin esperar recompensa, cuando se ama sin que el otro lo merezca, cuando se pierde para que el otro gane, sólo entonces se ha llegado hasta el misterio del amor que nos enseña y nos ofrece Cristo.


PARA DISCERNIR

  • ¿Mi amor alcanza hasta el perdón a los enemigos?
  • ¿Qué actitud tengo hacia mis enemigos?
  • ¿Me dejo llevar por sentimientos de rencor y venganza ante las ofensas?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Dame tu amor Señor


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

...Viendo Dios que los hombres se hacen atraer por beneficios, quiso cautivarlos para su amor por medio de los suyos. Dijo por tanto: «Quiero atraer a los hombres para que me amen con aquellos lazos con que los hombres se hacen atraer, a saber: con los vínculos del amor». Esos fueron precisamente los dones que Dios hizo al hombre. El, después de haberlos dotado de alma con potencias a su imagen, de memoria, intelecto y voluntad, así como de un cuerpo provisto de sentidos, creó para él el cielo y la tierra y tantas otras cosas, todas ellas por amor al hombre; a fin de que sirvieran al hombre y éste le amara por gratitud a tantos dones.

Pero Dios no se contentó con darnos todas estas hermosas criaturas. Para hacerse con todo nuestro amor, llegó a dársenos todo él mismo. El Padre eterno llegó a darnos a su mismo y único Hijo. Al ver que todos nosotros estábamos muertos y privados de su gracia a causa del pecado, ¿qué hizo? Por su amor inmenso -más aún, como escribe el apóstol, por el excesivo amor que nos tenía-, mandó a su Hijo amado para que satisficiera por nosotros y para devolvernos así aquella vida que el pecado nos había arrebatado. Y al darnos a su Hijo (no perdonando a su Hijo para perdonarnos a nosotros), junto con el Hijo nos dio todo bien: su gracia, su amor y el paraíso"...

Alfonso María de Ligorio, [edición española: Práctica del amor a Jesucristo, Rialp, Madrid 1999]


PARA REZAR

Cristo, nuestro Dios,
que oraste por quienes te crucificaron,
y nos pediste, a nosotros, tus discípulos,
que orásemos por nuestros enemigos:
perdona a quienes nos odian y nos oprimen,
y por medio de tu gracia y tu amor por la humanidad,
cambia sus vidas para que, dejando de hacer el mal,
amen a su prójimo y tengan una vida plena de bondad.
Que ninguno de ellos perezca por nuestra causa,
sino que a ellos y nosotros, juntos, nos alcance tu misericordia.
Ayúdanos, Señor, a cumplir, tanto cuanto seamos capaces,
tu mandamiento de amar a nuestros enemigos
y de hacer el bien a quienes nos odian.
Te imploramos y rogamos: Tú, el Misericordioso,
transforma los odios de nuestros enemigos
en actos de amor y reconciliación,
Te rogamos, Señor nuestro misericordioso,
escúchanos y ten piedad.

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