Lecturas de hoy Jueves de la 1ª semana de Cuaresma

10.03.2022

Lecturas de hoy Jueves de la 1ª semana de Cuaresma

Hoy, jueves, 10 de marzo de 2022

Primera lectura

Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):
En aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor.
Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:
«¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.
Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.
Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».
Palabra de Dios


Salmo del Día


Salmo 137

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. 

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. 

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor


Reflexión del Evangelio de hoy



PARA REFLEXIONAR

  • La primera lectura nos presenta la dramática situación que vive el pueblo judío. Están dispersos, son una minoría en medio de pueblos paganos que los despreciaban y perseguían. En esa situación Ester va a hacer su plegaria. Su oración parte de su vida. Antes de presentarse ante el rey asirio para interceder por su pueblo, entra en su corazón y muy sencillamente expone su caso a Dios.
  • Comienza confesando la soberanía absoluta y única del Dios de Israel. Para Ester, Dios es el único que los puede salvar. Todo lo que ella consiga o decida el rey, está subordinado a la voluntad del Señor.
  • Recurre al Señor recordándole su misericordia: Él fue quien eligió a Israel como heredad. La fidelidad del Señor a su palabra queda bien demostrada en el pasado.
  • Ester, termina pidiendo que la libre del pecado que la amenaza, y ponga en sus labios las palabras precisas para cambiar la decisión del rey y librar a su pueblo de la muerte. La plegaria pronunciada por Ester es una preciosa oración de confianza y humildad nacida en una circunstancia conflictiva. Y su oración fue escuchada.

***

  • El evangelio de hoy sigue repitiendo que Dios es profundamente bueno, que desea «dar» cosas buenas a sus hijos. La plegaria del hombre a su Padre del cielo se apoya en la bondad y la voluntad amorosa de Dios. Podemos estar seguros de ser escuchados, siempre que aquello que pidamos esté en la línea del plan salvador de Dios.
  • La oración es una necesidad para el hombre creyente. Jesús dice: pidan, busquen, llamen. Para ser escuchada la oración debe hacerse desde la situación de honda necesidad. Quien pide y no siente necesidad de lo que pide, no puede ser escuchado. Quien busca, y no siente la urgencia de encontrar aquello que busca, nunca encontrará nada. Es preciso que la oración brote de un corazón sinceramente necesitado.
  • Para creer que Dios es Padre y nos ama como a hijos, que Jesucristo murió por nosotros para salvarnos por pura generosidad; y para empezar a vivir de acuerdo con esto, se necesita la oración.
  • Cuando uno ora por esto, esta plegaria está ya atendida. Jesús nos asegura que si le pedimos al Padre un corazón nuevo, nos lo dará. No hay que temer pedirle al Padre que nos dé el don de la misericordia, o la capacidad de perdonar y amar a quien en algún momento parezca ser nuestro enemigo. Pedirle esto a Dios Padre es pedirle la capacidad de hacer posible la justicia que su Hijo vino a anunciarnos.
  • Frente a la imposibilidad de llegar a amar sin esperar compensación, o entregar la vida sin pedir nada a cambio, o perdonar setenta veces siete, tenemos un Padre que se define por la misericordia y que la da al hijo que se la pida.
  • Orar es pedir, buscar, llamar a la puerta sin cansarse nunca y hasta tal punto que la oración se convierte en un estado y no sólo en una práctica ocasional. Orar es un modo de ser delante de Dios.


PARA DISCERNIR

  • ¿Mi oración es la del interesado o la del enamorado?
  • ¿Tengo plena confianza que Dios quiere mi bien a pesar que no pueda ver sus caminos con claridad?
  • ¿Soy constante o me desanimo con facilidad?
  • ¿Mi oración es un modo de ser ante Dios o solamente un requerimiento a su poder?


REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Si afligidos invocamos al Señor, Él nos escucha


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

...Antes de saber cómo hay que orar, importa mucho más saber cómo «no cansarse nunca», no desanimarse nunca, ni deponer las armas ante el silencio aparente de Dios: «Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer» (Lc 18,1).

Que la intrepidez se adueñe de ti como de la viuda ante el juez. Vete a encontrar a Dios en plena noche, llama a la puerta, grita, suplica e intercede. Y si la puerta parece cerrada, vuelve a la carga, pide, pide hasta romperle los oídos. Será sensible a tu llamada desmesurada, pues ésta grita tu confianza total en Él.

Déjate llevar por la fuerza de tu angustia y el asalto de tu impetuosidad. En algunos momentos, el Espíritu Santo formulará Él mismo las peticiones en lo más íntimo de tu corazón con gemidos inefables. ¿Has oído gemir a un enfermo presa de un intenso sufrimiento? Nadie puede permanecer insensible a esta queja, a menos que tenga un corazón de piedra. En la oración, Dios espera que pongas esta nota de violencia, de vehemencia y de súplica para volcarse sobre ti, y escuchará tu petición. En el fondo, no haces más que dar alcance al amor infinito comprimido en su corazón, que espera tu oración para desencadenarse en respuesta de ternura y misericordia. Si supieses lo atento que está Dios al menor de tus clamores, no dejarías de suplicarle por tus hermanos y por ti. El se levantaría entonces y colmaría tu espera mucho más allá de tu oración. Se puede esperar todo de una persona que ora sin cansarse y que ama a sus hermanos con la ternura misma de Dios...

J. Lafrance, Ora a tu Padre, Madrid 1981, 173-174.


PARA REZAR

La alegría de esperar
¡Feliz de ti
si tienes un corazón paciente!
¡Feliz de ti si sabes campear el temporal
de este tiempo difícil,
con la esperanza puesta en el futuro,
cuyos cimientos construyes cada día.
Feliz de ti si no te desalientas,
impaciente como un niño,
queriéndolo todo ya y sin esfuerzo.
Feliz de ti si sabes caminar esperanzado
este tramo del camino de tu juventud
que te lleva por el camino de una vida madura.
Feliz de ti
sino te dejas engañar por el deslumbre
de las falsas promesas de éxitos fáciles,
y si caminas paciente en el esfuerzo
para conquistar las metas que te propones,
Feliz de ti si no te desalientas ante tus inconstancias
y asumes la difícil tarea de educar tu voluntad,
para hacerte dueño de tí mismo
y responsable de tu propia historia.
Feliz de ti si, leyendo el Evangelio,
alcanzas la alegría de vivir de acuerdo a su mensaje,
descubriendo en Jesús que la VERDAD
no es una frase o una moda,
sino la respuesta seria y profunda sobre el sentido de la vida.


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