Lecturas de hoy Domingo 4º de Adviento - Ciclo C
Lecturas de hoy Domingo 4º de Adviento - Ciclo C
Hoy, domingo, 19 de diciembre de 2021
Primera lectura
Lectura de la profecía de Miqueas (5,1-4):
Esto dice el Señor:
«Y tú, Belén Efratá,
pequeña entre los clanes de Judá,
de ti voy a sacar
al que ha de gobernar Israel;
sus orígenes son de antaño,
de tiempos inmemorables.
Por eso, los entregará
hasta que dé a luz la que debe dar a luz,
el resto de sus hermanos volverá
junto con los hijos de Israel.
Se mantendrá firme,
pastoreará con la fuerza del Señor,
con el dominio del nombre del Señor, su Dios;
se instalarán, ya que el Señor
se hará grande hasta el confín de la tierra.
Él mismo será la paz».
Palabra de Dios
Salmo del Día
Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó,
y al hombre que tú has fortalecido.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (10,5-10):
Hermanos:
Al entrar Cristo en el mundo dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas,
pero me formaste un cuerpo;
no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo
-pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí-
para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad».
Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo Evangelio según San Lucas (1,39-45):
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra de Dios
Reflexión del Evangelio de hoy
PARA REFLEXIONAR
- El profeta Miqueas, ocho siglos antes anuncia el nacimiento del Mesías en la pequeña aldea de Belén de Efrata. Será «el jefe de Israel». Cuando «la madre dé a luz» todo cambiará para el pueblo elegido. Esa madre dibujada por Miqueas es María de Nazaret, la Virgen. La Madre del que «pastoreará con la fuerza del Señor», aquel cuyo «origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial», el Hijo eterno del Padre. Sus dones serán: la «tranquilidad» y la «paz». Este anuncio resuena con dulzura.
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- Las palabras de la Carta a los Hebreos resuenan sinceras y comprometidas. Jesús a punto de entrar en el mundo, expresa sus sentimientos, en oferta gozosa al Padre. Son palabras garantizadas por el Espíritu Santo y puestas en boca del Hijo eterno, que se desposa con la humanidad para rescatarla y elevarla: «... me has preparado un cuerpo... Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad». Palabras casi idénticas, pero en situación dramática, dirá en Getsemaní, poco antes de aceptar la pasión. La Navidad ya encierra la Pascua.
***
- En este domingo María es la gran figura del Adviento para la Iglesia. María, conocedora de la situación de Isabel «se puso en camino y fue rápidamente a la montaña, a un pueblo de Judá. Este año con el evangelio concreto de la Visitación, queda de manifiesto la disponibilidad de la Virgen, su entrega por los demás. En lo que también se muestra discípula fiel en la escuela de su Hijo.
- Al no poder contener tanto gozo, va al encuentro de Isabel que también ha sido objeto del amor misericordioso de Dios que ha querido valerse de la pequeñez y fragilidad de dos mujeres movidas por el mismo Espíritu y unidas en la acción salvadora de Dios. María no mide riesgos ni consecuencias, recorre distancias y va a pasar unos meses con ella. No es egoísta. No se encierra en sí misma a rumiar gozosamente su alegría. Ejemplo de quien se deja conducir por el Espíritu, para llevar a Cristo a los demás.
- Es exactamente la actitud que tendrá Cristo, que viene a entregarse por los demás. Es también la actitud que se espera de un cristiano y de la comunidad entera: que crezca en su fe de cara a Cristo, y que esta fe se traduzca en una caridad de entrega por los más necesitados de nuestra ayuda. Precisamente porque Ella y nosotros hemos experimentado la cercanía y el cariño de Dios.
- El Mesías está ya en su seno y ella es la «evangelizadora», la portadora de la buena noticia de la salvación, portadora del gozo de Dios. Como ella, nuestro camino a la Navidad será salir al encuentro de nuestros hermanos para compartir el gozo de la salvación traída por el Señor.
- Cada uno de nosotros es invitado a vivir intensamente esta misión de servicio y de anuncio de Jesucristo «acompañando y ayudando a vivir». El que cree en la encarnación de un Dios que ha querido compartir nuestra vida y acompañarnos en nuestra indigencia, se siente llamado a vivir de otra manera.
- No se trata de hacer «cosas grandes». Quizás sencillamente ofrecer nuestra amistad a ese vecino hundido en la soledad y la desconfianza o la depresión, estar cerca de ese joven que sufre incertidumbre frente al futuro, tener paciencia con ese anciano que busca ser escuchado por alguien, estar junto a esos padres que tienen a su hijo en la cárcel, alegrar el rostro de ese niño solitario marcado por la ausencia de sus padres.
- Este amor que nos hace tomar parte en las cargas y el peso que tiene que soportar el hermano, es un amor «salvador», pues libera de la soledad e introduce una esperanza y alegría nueva en quien sufre, pero se siente acompañado en su dolor. Un amor que se alegra en Dios su salvador porque no busca nuestras grandezas sino que mira y atiende nuestra pequeñez.
PARA DISCERNIR
- ¿A qué nos lleva la presencia del Señor en nuestra vida?
- ¿Cómo manifiesto lo que Dios hace en mi vida?
- ¿De qué manera los demás pueden descubrir el amor que Dios me tiene?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Dichosa tu que has creído
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Si la vida espiritual es una vida en la que esperamos, ¿cómo podemos esperar? Esperar es antes que nada esperar juntos.
Uno de los pasajes más bellos de la Escritura es el de la visitación de María a Isabel. ¿Qué sucede cuando María recibe las palabras de la promesa? Se pone en camino a casa de Isabel. Algo le estaba pasando a Isabel, lo mismo que a María. ¿Cómo podrían vivirlo hasta el final? Se me antoja el encuentro de estas dos mujeres muy importante, porque Isabel y María se encontraron ayudando una la espera de la otra. La visita de María hizo más consciente a Isabel de lo que estaba esperando. El niño suscitó su alegría. María confirmó la espera de Isabel. Entonces Isabel dijo a María: «Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». Y María responde: «Proclama mi alma la grandeza del Señor». Rebosa exultante de gozo. Estas dos mujeres se han creado recíprocamente el espacio para esperar. Se han confirmado mutuamente de que algo estaba pasando que merecía la pena esperar.
Aquí tenemos un modelo de la comunidad cristiana. Es una comunidad de apoyo mutuo, de celebración y proclamación, de crecimiento de lo comenzado en nosotros. La visita de María a Isabel es una de las expresiones más hermosas de lo que significa formar comunidad, estar juntos, reunidos en torno a una promesa, proclamando lo que acontece en nosotros
J. Nouwen
PARA REZAR