Las "victorias" del rojerío ¡contra las MONJAS!, 1936.       José Luis Aberasturi

14.08.2021

Los rojelios -en otras bocas, "estos chicos"-, son valientes como ellos solos. Sobre todo solos. También frente a los más grandes, heroicos y meritorios "objetivos militares" de primer orden. La prueba más fehaciente está en sus nunca bien ponderados, ni siquiera por ellos mismos, ASALTOS a los conventos... ¡de MONJAS!

¡Que hay que estar muy preparados -ser verdaderamente unos valientes, y no achantarse ante el fuego enemigo-, para siquiera plantearse tales "objetivos" de guerra: no digamos para ejecutarlos! Y esto solo lo entienden bien los que han luchado en una: saben de qué va.

Viene a cuento del libro que acabo de leer. Se titula: "Profanación de la Clausura Femenina", y su editor es Jorge López Teulón, postulador de la Causa de los Mártires de la Diócesis de Toledo. Viene publicado por la Editorial San Román, dentro de su Colección: "Testigos de la Guerra Civil Española".

Un libro que me ha encantado, me ha edificado, y me ha confirmado en la diferencia -REAL, VITAL: no hay color-, entre las personas con Fe y las que viven sin Ella: que no es lo mismo, ni de lejos.

Por supuesto, me ha llevado a rezar mucho por España, antes católica, como queda patente en el libro; también por la Iglesia -muy menguadita, muy venida a menos, por mor de la mayoría de sus Pastores-; y como es lógico, por las almas todas, que "han permitido" -se han dejado- que les roben la Fe en sus narices -se la arranquen del alma-, y sin decir esta boca es mía: salvo muy honrosas excepciones; como es el caso también de los Pastores.

Este libro es la historia de la "heroica conquista" -por la fuerza, naturalmente-, por parte de los hordas marxistas, armadas convenientemente -¡a saber con qué se encontraban ahí!-, de CUATRO Conventos: Dos, en Talavera de la Reina: de la Compañía de María, uno de ellos; el otro, de las Cistercienses de la Encarnación. Uno más, en Cuerva (Toledo) de las Carmelitas Descalzas. Y el último en el mismo Toledo: el Monasterio de San Pablo, de las Madres Jerónimas.

Todos destacaban por su Fe, alimentada por la piedad y el cumplimiento de sus Constituciones, por el bien que salía de ellos y repercutía en las gentes, especialmente las más pobres y necesitadas. Y, por supuesto: no se metían con nadie, no se metían en política; muchos menos en politiquerías.

Además de las armas de fuego que portaban y exhibían, las hordas salvajes contaban con la aquiescencia, si no con la colaboracion entusiasta, de las ¿Autoridades Legítimas? de esas mismas zonas.

Y, naturalmente y mucho antes, "se habían armado" con el odio a Dios, a la Iglesia Católica, a la Fe y también a las almas que tenían "la osadía" de mantenerse FIELES a todo lo que ellos aborrecían y odiaban. ¿Por qué? Por IDEOLOGÍA. Por esas ideologías marxistas, masónicas y anticatólicas de raíz, que vivían -y viven- para ARRASAR la Iglesia.

Y a por todo eso se fueron en las personas de ¡unas MONJAS! ¡Y de Clausura! Que ya se sabe que son unas "feroces amazonas"...

Varias cosas me han llamado la atención en este libro. Todas edificantes.

La primera: la Fe -inquebrantable, conmovedora: que provoca sana envidia-, no solo de las monjas, sino también de los sacerdotes a los que les tocó lidiar con el tema -murieron mártires todos-; y hasta del mandadero de uno de los Conventos, al que los republicanos hicieron desaparecer sin dejar rastro.

Una Fe de la que, desgraciadamente, casi no queda señal o signo en España, asolada por la PROGREZ civil y eclesial; entre la que hay que contar con la MASONERÍA -perdón que insista, pero es necesario-, que siempre está en todos estos fregados: es su "gran misión", su "viril cruzada".

La segunda: que todas estas Monjas, que CREÍAN que, con toda seguridad, iban a ser MARTIRES entre las garras de toda esta gentuza, pero mártires de las de derramar toda su sangre y su vida por Jesucristo, casi se quedaron como "defraudadas" -casi "enfadadas" con Él- ¡por no conseguirlo!

Mártires, lo fueron, qué duda cabe: no por derramar toda su sangre, sino porque fueron realmente MARTIRIZADAS, aunque no llegasen al derramamiento de sangre: pero "sangraron", y de qué modo. Varias no lograrían reponerse.

La tercera: la saña -hecha de humillaciones, penurias, vejaciones, abandonos, hambre real y continuada-, a la que las sometieron estos "valientes" y "aguerridos" milicianos y/o asimilados.

Una saña, que era más fuerte aún la que provenía de "las mujeres milicianas": no podían tolerar la fortaleza y la dignidad con la que llevaban su tormento estas santas monjas de clausura, MUJERES de una pieza. Y se lo hacían pagar con creces, si no les parecia suficiente la caña que les daban "sus hombres". Ellas, las milicianas, eran las peores. ¡Toma feminismo progresista!

La cuarta: a todas ellas, como era corriente en estas tesituras, se les ofreció renegar de su Fe, renunciar a su condición, "casarse" incluso -hasta les prepararon novios al respecto-, si dejaban su vocación. ¡Ninguna cedió! Por cierto: ¡no se conoce ni un solo caso de apostasía en toda la Guerra Civil por parte de sacerdotes, religiosos y religiosas!

Pues este "temple" de personas, ejemplares por los siglos futuros -y ahí están los miles de mártires reconocidos ya por la Iglesia, y creciendo después de muchos años de silencio y cerrojazo-, es el "modelo" que se despreció, se arrinconó y se vilipendió, por "demodé" y "poco práctico para los tiempos presentes", en todos los Seminarios y Casas de Formación en España. Y los resultados ahí están: ¡España ya no es Católica! Y las diócesis y familias religiosas, desapareciendo.

La quinta: que en todas sus vicisitudes y andanzas -que fueron ejemplares y heroicas-, las monjas se encontraron siempre gentes, incluso "dentro del sistema", que las ayudaron exponiéndose a graves represalias si eran descubiertas. También buenas gentes, que se apiadaron de sus penurias, y las socorrieron. Nunca olvidaron a unas y otras. Hasta el punto de que, quizá hoy mismo, se sigue rezando por ellas en esos Conventos.

Os recomiendo vivamente el libro. Se respira no solo honestidad y grandeza humana, sino también Fe viva, espiritualidad, fortaleza y Caridad: todo lo que constituye la verdadera SANTIDAD.

¡Justo, lo que que más necesita España, empezando por su Iglesia!

Extraído de Infocatólica.com


José Luis Aberasturi, sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo-moralista.
He trabajado prácticamente siempre en la enseñanza, primero como profesor, y luego como sacerdote en la capellanía. Publiqué, "Educar la conciencia", dirigido específicamente a padres, educadores y catequistas con niños pequeños, para ayudarles a que se implicasen en la educación moral de los mismos; está casi agotada la 3ª edición.