(489) De méritos reales por la gracia
(489) De méritos reales por la gracia
por Alonso Gracián
GLOSAS DE LA IDEA: uno se salva por gracia no por méritos.
Glosa 1
De dos maneras se dice que uno merece. Una, por los actos libres y buenos que uno hace por sí solo. Otra, por los actos libres y buenos que uno hace movido por otro.
-Lo primero es imposible, pues nada bueno puede hacer el hombre por sí solo, como enseña la Iglesia, por ejemplo en Orange II canon 22, contra pelagianos y semipelagianos.
-Lo segundo es posible por la gracia, por la cual Dios capacita al hombre para merecer por sí mismo (aunque no por sí solo), aplicándole sacramentalmente los méritos de su Hijo; y haciendo posible que en verdad lo haga, cualificándole con el estado de gracia santificante y asistiéndole con gracias actuales.
Dado que los méritos de Cristo fueron reales, los méritos del hombre, participación de los de Cristo, son también reales, de lo contrario su aplicación sería sólo una apariencia de participación y no una participación real y personal.
EN CONCLUSIÓN, el hombre en verdad merece realmente con méritos propios por obra de la gracia
Glosa 2
No es por mis méritos. Sí que lo es. Porque puedes merecer por gracia.
Es por la gracia inmerecible de la perseverancia. En efecto, y esta gracia se da inmerecidamente para que uno se salve meritoriamente. No porque uno se la merezca, sino para que se salve mereciendo salvarse.
Glosa 3
Es por gracia no por nuestros méritos.
Por contra: Dios remunera a los buenos, y castiga a los malos. Los buenos se merecen el cielo, los malos el infierno. No remuneraría a los buenos si éstos, de alguna manera, no se lo mereciesen por gracia.
Es por gracia, cierto. No es por nuestros méritos, falso. Es por nuestros méritos en gracia. Pues la gracia nos capacita para merecer verdaderamente. Si bien es cierto que la gracia de la perseverancia final es inmerecible, esta gracia no se da injustamente. Y donde hay justicia, que es dar a cada uno lo suyo, hay merecimiento. En este caso no de justicia retributiva absoluta, sino conveniente.
EN CONCLUSIÓN, decir que uno se salva por gracia es lo mismo que decir que uno se salva por méritos, porque en el plan de salvación actual dispuesto por la divina providencia, la Causa Primera mueve a la causa segunda a actuar meritoriamente: la gracia es gracia de merecimiento.
Extraído de Infocatolica.com