¿Se repetirá la historia? (Por lo eclesiástico)
José Luis Aberasturi, el 11.03.21 a las 11:36 AM
La SALVACIÓN, la ECONOMÍA de la SALVACIÓN, es la Obra de Dios en favor nuestro. NO ES "nuestra obra"; o NO ES "obra nuestra". La "recibimos", la "disfrutamos", "nos gozamos" en y con Ella, y podemos llegar a "poseerla" in aeternum. Pero es un DON GRATUITO de Dios.
Eso sí: NO LA OBRAMOS nosotros solos, ni con nuestras solas fuerzas. Tampoco la conseguimos de nuestro Padre Dios sin nuestra personal COOPERACIÓN: Dios que te creó sin tí, no te salvará sin tí. Es el gran axioma (entre otras muchas cosas), pura lógica humana y sobrenatural, que nos ha legado san Agustín.
Es más: ninguna otra religión lo pretende; como ninguna se presenta como POSEEDORA de la VERDAD que nos viene de Dios: la REVELACIÓN. Por esto, tampoco ninguna lo dice, y menos de este modo. De hecho, ninguna es una "historia divina de salvación": ninguna se presenta de este modo, ni en este horizonte; ni antes ni después de Cristo. Él es la plenitud de los tiempos; por esto, con Él y en Él, está cerca la Salvación. Porque Él es el SALVADOR.
La excepción son los judíos de "antes de Cristo", los privilegiados destinatarios -el "pueblo elegido"- de la Alianza que Dios hace, gratuita y misericordiosamente, con ellos; que es un COMPROMISO y/o una PROMESA de Salvación Eterna. Promesa que solo se hace realidad en Cristo: así se nos ha revelado; y por eso lo sabemos con absoluta certeza.
Con esto en el bolsillo, los judíos vivían en la ESPERANZA espiritual y en la ESPERA temporal del Mesías: el Ungido, el Redentor, el Salvador, el Emmanuel, que significa Dios con nosotros. [Los judíos -en el orden religioso- de hoy son otro tema muy distinto; podríamos decir que: "nada que ver"].
Precisamente por esto -asumiendo Él la Alianza Divina hecha por su Padre-, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se hace Hombre verdadero. Y así Él será, el que "rubrique" esa Alianza, con su propia total entrega, convirtiéndose en EL SALVADOR. Y no hay otro. De hecho, nadie más en toda la Historia de la Humanidad se ha presentado así. Mucho menos lo ha demostrado: NADIE lo ha pretendido, ni como hipótesis.
Él sÍ; y no como hipótesis, sino como REALIDAD. Por eso podrá enseñar y advertir: el que crea [en Mí] se salvará, el que no crea se condenará. Y por eso también, para el que no cree ni quiere creer, NECESARIAMENTE Cristo se convierte en piedra de escándalo: escándalo para los judíos, locura para los gentiles, como nos dirá san Pablo.
Que sabe muy bien de qué habla. A diferencia de hoy en la Iglesia, donde hay muchos que ni siquiera saben de qué hablan, aunque sus palabras sean de lo más ortodoxas. Otros, ya en las palabras que usan, están como perdidos: se les ve y se les nota.
Por eso nadie, ni persona ni religión, se ha presentado ni se presenta así: no quieren que les apedreen, o los despeñen. Jesús, sí. La Iglesia Católica, sí. Y los católicos, también, aún a costa de su vida terrena: porque se ganan la Eterna, que es la verdadera Vida a la que estamos llamados por Dios.
Jesucristo SÍ se presenta de este modo: se hace semejante en todo al Padre, hace patentes las obras que solo Dios puede hacer, y manifiesta que este es el significado de su venida, y de su Vida. Así asumirá, con toda la libertad del Amor Divino, su Pasión y Muerte de Cruz: porque Yo, para esto he venido. Él es EL SALVADOR. Y solo Él.
De aquí que, tras la Pasión y Muerte del Señor -sin olvidar, como es absolutamente obligado su posterior RESURRECCIÓN: el "certificado de autenticidad" de todo lo suyo-, todos los Bautizados vivimos también así: en la Esperanza espiritual-religiosa y en la Espera temporal de alcanzar, con nuestro personal empeño -tan necesario en definitiva como la misma Gracia Divina- esa SALVACIÓN que Dios obra en favor nuestro.
Me he extendido con toda esta presentación, porque ayer comprendí que Dios Padre, "se hartó" del ninguneo que los mandamases político-religiosos judíos, arrellenados en su Sanedrín, y con un Sumo Sacerdote a la cabeza, habían hecho "de su capa un sayo" con la Ley y los Profetas: es decir, con el mismo Dios.
Ninguneo que precipita, ¡precisamente cuando tienen delante al Mesías Prometido, que ha hecho las obras de su Padre, que ellos mismos han visto!, en el rechazo más atroz y espeluznante -¡blasfemo!- que se podía esperar: ¡Crucifícale, crucifícale!
Y, como no lo pueden mandar ejecutar, primero y en su Sanedrín, le acusan de "blasfemo", porque eso sí estaba penado con la muerte. Y luego, como cuando están ante Pilatos -el único que podía autorizarles a matarlo: por eso lo presentan ante su tribunal-, lo de blasfemo -por hacerse igual a Dios-, ante el propio que sí tiene poder de mandarlo ejecutar, le acusan: ¡de hacerse rey!
O sea: le acusan de lo mismo que ellos "esperaban" del Mesías que tan malamente se habían forjado, rechazando y retorciendo lo que Dios les había dicho, y todo lo que había obrado en su favor; pero que no había respondido a "sus" expectativas de liberación humana!.
Para mayor presión a Pilatos, le meten un dedo en el ojo, diciéndole: Si sueltas a ese no eres amigo del César. ¡"Santa palabra", y para qué quieres más, Tomasa!
Y Dios, en su Hijo, se monta su Nueva Alianza, en un horizonte universal, y de un modo jamás soñado por hombre alguno: Dios se hace Hombre, y se entrega hasta el fin: hasta la última gota de su Sangre. Y muere.
Una Nueva Alianza que nada tiene ya que ver con "lo judío", excepto para el que se convierta y viva. Es la predicación de Pedro, a los judíos -testigos de todo lo que había pasado con Jesús desde tres años antes-, el mismo dia de Pentecostés.
En la Primera Lectura del Oficio Divino del miércoles de la IIIª semana de Cuaresma, me ha parecido encontrar que Dios bien puede volver a hartarse de "la iglesia que estamos haciendo los hombres", muy en especial y de modo determinante los "hombres de iglesia", en la que se está rechazando y retorciendo la Nueva Alianza de Dios con los hombres. O sea: por las mismas razones por las que se hartó de Israel.
Copio del Éxodo:
No te postres ante dioses extraños, porque el Señor se llama y es "Dios celoso".
No hagas alianza con los habitantes de la tierra, no sea que ellos, al prostituirse con sus dioses cuando ofrezcan sacrificios, te inviten y comas con ellos.
Ni tomes a sus hijas por mujeres para tus hijos, pues ellas se prostituirán con sus dioses y prostituirán a tus hijos con ellos.
El Señor dijo a Moisés: "Escribe estas palabras: de acuerdo con ellas hago alianza contigo y con Israel".
Y en la Primera Lectura de la Misa del jueves de la IIIª semana de Cuaresma, perfectamente en línea con lo anterior, el Profeta Jeremías, nos previene con esta advertencia divina:
Esto dice el Señor: Esta fue la orden que di a mi pueblo: "Escuchad mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguir el camino que os señalo, y todo os irá bien". Pero no escucharon ni hicieran caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara. (...)
Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aún así les dirás: "Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca".
¿No da la impresión -incluso, no se puede tener la certeza- de que todo esto se está repitiendo desde dentro de la propia Iglesia Católica?
Este "acercamiento" al mundo, este "acercamiento" a las religiones, esta "unilateralidad" en la interpretación de las palabras "pobres", "fraternidad", "Dios", "Religión", "Salvación", "Gracia", "pecado", "hijos de Dios", etc., etc., que se está traduciendo en una pérdida de los perfiles más genuinos de la Iglesia como la ha querido Jesucristo -desde "aguar" la propia Doctrina, hasta administrar los Sacramentos son ton ni son, pasando por unas "pastorales" que no les sirven ni a las cabras, mucho menos a las almas-, todo esto, repito, ¿no es pretender ir a apagar nuestra sed de Dios donde no lo ha querido Él; y, por tanto, donde nos es imposible conseguirlo?
¿No es rechazar la Nueva Alianza, rechazando SU propia Iglesia, para ir a "prostituirnos" con otros dioses y con "los extranjeros" que los adoran, tal como se nos denuncia, de parte de Dios, ya en el Antiguo Testamento?
¿La demostración práctica de esto que escribo, no está en la desertización de naciones enteras, antes Católicas? ¿Y no lo confirman también las "salidas de pata de banco" de tantos y tantos miembros de la Jerarquía Católica -sin salir al paso los demás, que esto también suma al estropicio: nadie se siente interpelado para defender la Palabra de Dios, honrar a su Iglesia y llevar a buenos pastos a sus ovejas-, ante todas esas machadas, que llegan sí o sí, a muchísimos fieles, de todas las Diócesis?
¿No se estará hartando el Señor-Dios? Cierto que Él es Fiel. Sí. Pero no se ha cortado un pelo para "cambiar" sus modus operandi, visto el comportamiento de sus "elegidos". Y volver a empezar, salvando siempre sus designios salvadores: pero rechazando a sus destinatarios anteriores, Y "hacerse" otros que sean fieles realmente.
O podría dar carpetazo. Que también.
Como norma permanente de prudencia santa: ¡que Dios nos coja confesados!
José Luis Aberasturi, sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo-moralista.
He trabajado prácticamente siempre en la enseñanza, primero como profesor, y luego como sacerdote en la capellanía. Publiqué, "Educar la conciencia", dirigido específicamente a padres, educadores y catequistas con niños pequeños, para ayudarles a que se implicasen en la educación moral de los mismos; está casi agotada la 3ª edición.
Extraído de infocatolica.com